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THE SURROGATE

The Surrogate: lo importante está en las preguntas

 – Por Orianna Paz

A lo largo de los años y a la par del desarrollo de la ciencia, hemos visto varias películas que han abordado el tema de los vientres de alquiler, la gestación por sustitución o la maternidad subrogada, en los que una mujer presta o alquila su cuerpo para gestar un bebé y, en algunos casos su óvulo, para parejas que no pueden tener hijos. Desde que en 1976 en Michigan, Estados Unidos, se produjo el primer caso de embarazo subrogado, el procedimiento y sus implicaciones morales, éticas, sociales, jurídicas y políticas ha generado un intenso debate del que el cine no ha permanecido ajeno. ¿Quién es madre? ¿La que gesta, la genética o la que “encarga” un hijo? ¿Hasta qué punto la mujer que alquila o presta su vientre puede desligarse completamente del bebé que ha crecido en su interior y entregarlo como si se tratase de un paquete? ¿Cómo influye la precariedad y la pobreza de las mujeres para decidir rentar su útero a un extraño?

Filmes como el clásico Madre alquilada (1987), del coreano Kwon-taek Im, El cuento de la doncella (Volker Schlöndorff, Alemania, 1990), basada en la obra de Margaret Atwood, de la que también se realizó la exitosa serie The Handmaid’s Tale, o Como los demás (Vincent Garenq, Francia, 2008), en el que la subrogación gira en torno a una pareja gay, ofrecen diferentes y muy variadas perspectivas sobre un tema que sigue siendo muy polémico. 

A esta complejidad, el director Jeremy Hersh, graduado de la NYU y con una formación eminentemente teatral, decide agregar en su ópera prima, The Surrogate (Estados Unidos, 2020), un conflicto aún más dramático e interesante al cóctel de la gestación subrogada: una prueba prenatal que da como resultado un feto con síndrome de Down. Jess es una joven afroamericana que en un acto de amistad y profundo amor decide convertirse en el vientre subrogado de sus mejores amigos, Josh y Aaron, una pareja gay. Todo va bien hasta que en la semana 12 descubren que el bebé tiene 99% de probabilidades de nacer con síndrome de Down. Para Jess la noticia es sorpresiva, sin embargo, con el optimismo y la energía vital que la caracterizan, intenta desde el primer momento aceptar la situación y contagiar a sus amigos de su positividad llevándolos a un centro comunitario dedicado a la atención de niños con síndrome de Down. Allí se encariña con uno de los niños, Leon, y busca insistentemente acercarse a su madre para tratar de encontrar respuestas a todas las preguntas que aquejan su mente y la de los futuros padres. No obstante, es notorio que Josh y Aaron no comparten su entusiasmo: desean abortar. Al principio, Jess respeta y acepta su decisión. Sin embargo, el vínculo que ha generado con Leon y con el propio bebé que lleva dentro y las experiencias que le ha contado una madre sobre la felicidad que ha traído a su vida su hijo con síndrome de Down y cómo ha podido superarse y ser todo lo que ha querido ser, la llevan a cuestionar, rechazar y desafiar a sus amigos al punto de cancelar su cita para el legrado y considerar la posibilidad de quedarse con el bebé y ser madre soltera.

A través de un sólido guion, también escrito por Hersh, que cuenta con diálogos argumentativos que recuerdan a la estructura teatral, producto de su formación escénica, el director presenta diversas posturas, perspectivas y sobre todo preguntas, muchas preguntas y como espectadores, nos cuestiona, nos implica, nos incomoda, nos provoca, nos motiva a la reflexión e inevitablemente nos hace tomar partido y preguntarnos ¿qué haríamos si estuviéramos en esa situación? ¿Es un hijo algo que se encarga y que al tener una “anomalía” se devuelve? ¿Tiene derecho Jess a obligar a sus amigos a hacerse cargo? ¿Hasta qué punto ella misma puede tomar en sus manos una responsabilidad tan grande que cambiará su vida para siempre? ¿Hay una política del sistema que trata de erradicar y eliminar al diferente desde antes de nacer? ¿Jess está tomando la decisión de tener a este bebé sólo para darle sentido a su vida monótona?

Éstas y otras interrogantes son las que plantea The Surrogate, una pequeña gran película indie,  seleccionada en el Festival Internacional de Cine de São Paulo y el SXSW Film Festival, que con un presupuesto mínimo logra alzar la voz sobre una problemática compleja y muy actual, en donde el protagonista es el conflicto en sí mismo, que está muy bien planteado gracias tanto a la inteligencia y sobriedad del guion de Hersh como a las brillantes y cercanas actuaciones del elenco, en particular, de la protagonista, interpretada por la debutante Jasmine Batchelor, quien logra transmitir con una enorme sensibilidad la batalla interna de emociones que experimenta Jess.

A pesar de lo polémico del tema y la discrepancia de opiniones, el filme nunca cae en el sentimentalismo o el melodrama simplista, la problemática va mucho más allá y no hay decisiones buenas o malas, sólo puntos de vista. Formalmente, The Surrogate no es una película artificiosa, es un filme de interiores tanto en términos de locaciones como de personajes, aquí lo que destaca es la lucha interna de cada uno y por lo mismo, la cámara fluye y acompaña como un testigo de la tensión cada vez más creciente entre los protagonistas.

Hersh logra en The Surrogate un acercamiento genuino, honesto y profundo a un tema muy difícil y poco explorado sin pretender aleccionar ni brindar respuestas políticamente correctas, sólo formular preguntas y provocar la discusión para que sea el público quien llegue a sus propias conclusiones. El filme es un reto, una invitación al análisis, un ejercicio apasionante que toca nuestras fibras más humanas, que nos siembra la duda y nos cuestiona en nuestros más arraigados fundamentos éticos y morales que bien vale la pena ver y que nos permite ponernos en los zapatos del otro.

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LOS LOBOS

YERMO

 – Por  Francisco Javier Quintanar P. 
@JavierQ37

En 2013, Samuel Kishi entró con el pie derecho al universo filmográfico nacional gracias a Somos Mari Pepa, su ópera prima la cual atrajo hacia el cineasta la atención del público y numerosas -y positivas- críticas. Seis años después, regresa a la pantalla grande con Los lobos, un nuevo relato que gira sobre dos ejes fundamentales: infancia e inmigración.

Dicho binomio no resulta novedoso en la historia reciente de nuestro cine. Baste recordar La misma luna (Patricia Riggen, 2007) o El viaje de Teo (Walter Doehner, 2008) por citar solo un par de ejemplos. Sin embargo, el filme de Kishi difiere significativamente de los dos trabajos mencionados por varios motivos.

Por principio de cuentas, el guión escrito a cuatro manos por Luis Briones y Sofía Gómez-Córdova, logra (gracias a una sencilla decisión argumental) vadear con pericia varios de los lugares comunes en los que incurre en cine con tema migratorio: no hay polleros tramposos, ni una border patrol deshumanizada e implacable, ni el dramatismo de los que intentan cruzar la frontera (y el desierto) en pos de mejores oportunidades o una mejor vida. Nada de eso está aquí, simplemente porque no es la historia que se quiere contar.

Se ofrece en cambio, un tema igual de importante y relevante: ¿cómo impacta el cambio de realidad a quienes llegan a vivir a los Estados Unidos? Y en específico ¿cómo afecta a un menor encontrarse de la noche a la mañana, con una realidad la cual no comprende en su totalidad? Esas son las preguntas exploradas a través de su trío protagónico. Y el autor decide que sean sus propios personajes quienes intenten dilucidar algunas respuestas. 

Así, buena parte de la historia se centra en Max y Leo, quienes junto con Lucía, su madre; se mudan a un precario barrio de migrantes en Albuquerque, Nuevo México. Alentados por la promesa de su progenitora de ir pronto a visitar Disneylandia, los niños intentan adaptarse y sobrellevar largas y solitarias jornadas encerrados en su humilde y destartalado apartamento mientras ella va a trabajar, de donde no les permite salir por temor a que les ocurra algo en su ausencia. Así, pasan el tiempo dibujando, jugando entre ellos, y contemplando desde su ventana los ires y venires del mundo y la vida. Obviamente, es cuestión de tiempo para que los niños (por hastío y enojo acumulados) desafíen la imposición materna, y poco a poco, salgan a explorar el gran mundo y prueben sus amarguras y sus dulzuras. 

Si en Somos Mari Pepa, Samuel recreaba un pasaje de su propia adolescencia, ahora, el realizador vuelve a abrirse al espectador, retomando un episodio de su niñez el cual involucra a su madre y a su propio hermano. A pesar de esa proximidad personal, el director buscó no tanto que la historia se apegase estrictamente a los hechos reales, pero sí que se contase con la mayor sinceridad y honestidad posibles.

Para que ello fuese viable, despoja de cualquier artificio innecesario a la película, y la dota de un tono realista e íntimo a la vez. Tal decisión lo lleva a trabajar con normativas estéticas heredadas tanto del neorrealismo italiano como del cinéma vérité, mezclado con un sabor a cine independiente. Aunque no excluye algunos recursos como el uso de animaciones o de música no diegética para reforzar la narrativa. Elecciones acertadas y las cuales no solo no distraen, sino que refuerzan al filme. 

A ello se suma una cámara que provee no solo provee una mirada cruda y directa de sus personajes, sus acciones y reacciones; sino que también ofrece una aproximación  a los mismos muy sensible y encantadora. Una cámara que no da la sensación de intrusión, sino de acompañamiento e inclusive de especial complicidad para con los menores.

Valiéndose de todos estos elementos, Samuel Kishi construye un emotivo relato de maduración, donde al tiempo que los niños descubren los claroscuros de su nueva realidad, deben echar mano de la resiliencia para adaptarse a ella. Y de paso, fortalecer sus lazos afectivos para, cual si fuesen una genuina manada de lobos; ayudarse y protegerse en grupo para salir avantes.

Transversalmente, Los lobos también propone una reflexión sobre otros temas, como la ausencia paterna, la maternidad, y la soledad y deshumanización en las grandes urbes. Pero también sobre la empatía, la solidaridad y los lazos afectivos que pueden surgir o crearse en los lugares y con las personas menos esperadas.

Ante una dura realidad y un sueño (americano) que parece estar cada vez más distante, los protagonistas encuentran en su cariño y amor mutuo un apoyo y fortaleza vitales, y ello les permitirá enfrentar y transformar las cosas a su favor. Y así, crear su Disneylandia personal, donde incluso unos disfraces improvisados o unas simples bolsas de plástico se transmutan en juguetes -y recuerdos- entrañables.




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YERMO

YERMO

 – Por Pablo Rendón
@pagusrendon



La palabra yermo, de acuerdo a la Real Academia Española, posee dos acepciones: un lugar inhabitado o bien, un terreno sin cultivos. El título del séptimo largometraje documental del realizador mexicano Everardo González evoca deliberadamente un paisaje desértico y poco propicio para albergar la vida humana. Existe en la palabra misma un cierto sabor terroso; una sensación de extrañeza, un clima extremo, un paisaje extraordinario. 

“Extraño”, “extremo”, “extraordinario”. La equis marca no sólo la incógnita de la ecuación, sino el punto exacto de esos lugares inhóspitos en el que un grupo de personas ha decidido desafiar las condiciones geográficas y atmosféricas de un terreno que les es hostil. La equis se ubica, pues, en los territorios de México, Chile, Perú, Estados Unidos, Mongolia, India, Islandia, Namibia, Marruecos y Chile, donde se detiene la cámara de González.

Debemos ubicar la constante si es que pretendemos resolver esta ecuación. Existen en estas diez historias distintas formas de crear comunidad, no sólo entre seres humanos sino con el ecosistema y las condiciones que le rodean. La letra equis, a menudo asociada al misterio y a lo desconocido, es también, de acuerdo a la numeración romana, el equivalente a diez unidades. Diez puntos trazados en el mapa que ubica a diez desiertos alrededor del mundo en el que transcurren diez historias conforman ese gran destino que es el “Yermo”, ahí donde nada crece.

Equis es también por “extranjero”. El prefijo “extra” significa “fuera de”, con relación a lo que previamente damos por sentado o suponemos dentro de un orden establecido. “Fuera de”, por ejemplo, un mismo código que permita que el emisor de un mensaje y su receptor se entiendan. Con la extrañeza que le confiere a Everardo González el emplear un lenguaje distinto al de las personas que retrata incluso a pesar de hablar un mismo idioma o de la traducción in situ, el documental adquiere un gesto de asombro y sorpresa que, más allá de su cualidad etnográfica y contrario al exotismo del Cinema Mondo, es recíproco entre quien se halla al frente y detrás de la cámara. 

No sabemos a ciencia cierta por qué la letra equis marca la incógnita de una ecuación. La teoría más aceptada es aquélla que nos dice que René Descartes propuso en La Géométrie, uno de los apéndices de su Discurso del Método publicado en 1637, que utilizáramos las primeras letras del alfabeto (A, B, C) para las cantidades que conocemos y las últimas, o las más alejadas, (X, Y, Z) para las que desconocemos. Equis y yé son dos puntos lejanos, las incógnitas que nos hace falta resolver. Para ello, hemos de separarles y así, una vez aislados, proceder a despejar cada una de las equivalencias en esta ecuación: la equis somos nosotros, pero la yé es de “Yermo”.

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Narraciones con orgullo

NARRACIONES CON ORGULLO

 – Por Mauricio Orozco

La llegada del mes de junio es un recordatorio y una invitación a conmemorar la constante lucha por la equidad y la aceptación. Es un mes que nos motiva a reflexionar sobre la importancia de la libertad y la igualdad para todas, todos y todes. 

A pesar de que la comunidad LGBTTTIQA+ ha estado presente desde los inicios de las sociedades, se ha gestado el constructo social que les ha catalogado como “algo erróneo” por ser diferentes. Esto ha generado un imperante desvanecimiento que les ha oculto tras un esquema que además les discrimina y sigue subyugándoles en una sociedad llena de misoginia y machismos que dejan entrever el sistema patriarcal que prefiere disolver la diversidad que aprovecharla.

El cine ha sido una herramienta clave para visibilizar las problemáticas y las ataduras con las que se les ha condenado a vivir, y aunque también ha sido una industria cultural que ha usado una representación que fomenta estereotipos dañinos y que propulsan indirectamente ese desapego a la diversidad, es un espacio que nos permite evolucionar y repensarle para que no solamente tengamos historias que incluyan la presencia de personajes con orientaciones sexuales, identidades y/o expresiones de género diversas, sino que sean un entorno seguro que amplifique y enaltezca las historias de cada variación que existe en la comunidad, tratando así de otorgar un abanico amplio de perspectivas y evitando la presencia hegemónica de solamente unos cuantos. 

Con los años, estos cambios se han ido manifestando con más fuerza, otorgando visibilidad para informar y re-educarnos pero también buscando proponer un establecimiento político que transgrede los estándares en los que dicotómicamente la sociedad ha decidido plantearse para hablar de sexualidad, género e identidad. 

Es imperante que esto no se trate solo de reconocimiento, sino de una dignificación de todas las personas, sin importar su contexto, sus motivos, sus gustos y su forma de pensar o actuar con respecto a lo sexual.

En Árbol Rojo la diversidad es uno de los pilares que sostiene y nutre nuestras acciones, buscando ser una plataforma que dé voz a aquellas historias que necesitan ser vistas y escuchadas. Fue así que buscamos que la programación reflejara este orgullo por las narraciones que exaltan y celebran la diversidad, incluyendo seis largometrajes que aportan una oportunidad para visibilizar y comprender al otro.

Cuando entramos a una pantalla de cine esperamos encontrarnos con realidades familiares, pero también son invitaciones a adentrarse en realidades ajenas que plantean una oportunidad para repensar nuestro concepto de diversidad, y es así como podemos situarnos en escenarios tan honestos y con una gran prudencia, no solo para mostrar historias diversas, sino para cuestionar y tratar de comprender lo que nos mueve en lo individual y en lo colectivo. Tal y como lo podemos encontrar en la más reciente producción de Xavier Dolan. Matthias & Maxime es un filme que explora los temores y los dilemas sociales que se esconden entre el deseo y los prejuicios en una relación de amistad en donde el cariño existe, pero mostrándonos las limitantes a las que se cierne. 

 El cine es uno de los medios culturales con los que tratamos de comprender nuestro mundo desde que somos pequeños, y es así como también podemos generar ideas romantizadas de la realidad. Sin embargo el cine también funciona para expiar los temores y mostrar una revisión más cruda y cercana a lo que desgraciadamente sucede. Tal es el caso de Nevrland, una cinta de Gregor Schmidinger que explora con mucho dinamismo los temores y el desconocimiento que rodean el mundo de Jakob, un chico de 17 años que comienza su exploración afectiva y sexual.

Así mismo podemos encontrarnos con historias que se desarrollan en un punto que evidencian y cuestiona el concepto de igualdad desde la representación social y los estigmas que develan dilemas morales sobre la paternidad y la maternidad en parejas del mismo sexo como lo vemos en la cinta The Surrogate del cineasta Jeremy Hersh, en donde con un planteamiento provocador nos da un panorama amplio sobre la aceptación y el amor.  

Justo ese amor es el que nos motiva para encontrar la manera de eclipsas el dolor que rodea a la diversidad, a manera de estandarte, un acto de celebración por la comprensión, como lo narra la cineasta Heidi Ewing en Te Llevo Conmigo, por medio de una vitrina de prejuicios que permean en la libertad por decidir a quién amar, pero que al final nos muestra como esas pequeñas batallas ganadas dejan florecer los ánimos para seguir luchando por un mejor futuro.

El cine no solamente se basa en la realidad, sino que es realidad propiamente. Esas historias que se clasifican como ficción son apenas una manera de adueñarse de la pantalla sin llevar tal espectador ante toda la crudeza de un solo golpe. Y es por eso que también debemos voltear al cine documental, que abre camino y que da espacio para que todas las personas tengan voz. Tal y como lo hace Timothy Wolfer en The Right Girls, en donde se acerca con intimidad y respeto a la travesía que emprende un grupo de chicas transgénero con la caravana migrante, escapando de la violenta realidad en la que están inmersas en sus países de origen, con el sueño de tener otras oportunidades en Estados Unidos.  

Nuestra programación no solo plantea historias que pueden llegar a generar reflexión, sino que buscan ser islas en donde cada persona se puede sentir con plena libertad de identificarse, entenderse y expresarse, celebrando ese orgullo por medio de planteamientos que expanden los cuestionamientos a una visión más amplia y actual. Tal y como lo vemos en Jumbo, el largometraje más reciente de Zoé Wittock, en donde por medio de una metáfora, disfrazada de una extravagante parafilia, se abre un deseoso universo en donde el amor se vive con libertad y en donde la sexualidad se promete sin ataduras ni juicios, sino por el puro placer de amar. 

Junio es un mes que nos debe enorgullecer y que debemos celebrar, porque sin la diversidad en todas sus formas y presentaciones no tendríamos la manera de poder sorprendernos de la vida misma, de esa vida que soñamos y que vemos en el cine como una invitación para volverla posible. 




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NEVRLAND

NEVRLAND

 – Por Iván Romero
@Chivancillo 

Un astronauta huyendo a ‘Nunca Jamás’ y un cúmulo de sueños convertidos en pesadillas. NEVRLAND es el debut del cineasta austriaco Gregor Schmidinger y es tanto un ejercicio audiovisual explosivo, como una representación punzante de la generación Z, como se le ha etiquetado en años recientes; también es un retrato de uno de los padecimientos que más aqueja a los seres humanos: la ansiedad. Jakob (Simon Frühwirth), un adolescente de 17 años, ve pasar sus días en un pequeño departamento de Viena, con su padre y su abuelo. La relación con ambos no parece ser la mejor,  y el ensimismamiento del chico no ayuda a que la comunicación familiar fluya; detrás de esto, existe el abandono por parte de la madre de Jakob, quien desapareció cuando él era muy chico. Mientras este espera entrar a la Universidad, acepta un trabajo temporal en un matadero y por las noches, los  encuentros sexuales en línea se han convertido en el desahogo de todas sus inquietudes. Un día, justo en la web, se encuentra con Kristjan (Paul Forman); un misterioso y apuesto joven que lo enfrentara de lleno a cada uno de sus miedos. Pero a la mente le gusta ponernos trampas, por lo que Jakob tendrá que ser muy astuto para librar las batallas que se le presentaran. 

En premisa, pareciera que estuviéramos frente a otro coming of age generacional. A este discurso sobre las primeras veces y al autodescubrimiento que hemos visto en la ficción innumerables veces. Pero Nevrland es algo distinto y te toma de sorpresa, tanto para bien, como para mal. Es un cuento de terror y un boleto de viaje, quizá sin regreso, a  lo más profundo de la psique. Schmidinger tiene en su haber un par de cortometrajes sumamente exitosos, y aunque no hay ningún lazo que lo una, su montaje y edición nos recuerdo un poco al cine del argentino Gaspar Noé o al surrealismo del español Julio Medem.  Jakob deambula entre el sueño y la realidad; pasajes aderezados de música Techno, DMT y luces hipnóticas. Kristjan es el ideal, al que vemos en revistas. Es la viva imagen de aquel o aquella persona que esperamos nos salve y no acepte tal como cual como somos. 

Nevrland es una experiencia visual, pero que sin confundir al espectador, tiene una narrativa concreta. Schmidinger no deja planos al aire y pone los cimientos suficientes para que entendamos el camino de Jakob: caminamos en sus zapatos y padecemos la misma confusión de él. No hay redenciones de por medio, pero acompañamos al protagonista con sus traumas, miedos, e inseguridades. Nada alentador ciertamente,  ya que todo termina tan rápido como empieza, en más de un sentido. Las drogas, el sexo, la sangre que estila de los animales que desolla, solo alimentan la sofocación y el tormento que tiene en su cabeza.  

Hay una conexión con la que abre y cierra Nevrland, que Schmidinger hábilmente la deja para quizá aliviar un poco el intenso trayecto de su protagonista. Queda abierto a interpretaciones, y estás pueden ser infinitas, como el universo que Jakob pretende estudiar. ‘El astronauta’ como se refiere Kristjan al joven con una marca de nacimiento, que bien pudiera ser esta el punto de partida de sus miedos y el caos que el mismo alimenta, sumándole la rutina de su familia y la insatisfacción crónica que parece no terminar. “Todavía tenéis caos en vuestro interior’ una cita de Nietzsche, con la que Schmidinger decide presentar su obra al inicio, nos da una idea de lo que estamos a punto de presenciar. El laberinto visual del cineasta es destacado, aunque abrumador. Sin embargo, eso no impide que nosotros entremos de lleno y nos cueste salir de el tras varias horas de haberla visto.




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Directoras Aniversario

DIRECTORAS ANIVERSARIO

 – Por Árbol Rojo

Del 24 de junio al 4 de julio de este año estaremos celebrando nuestro Cuarto Aniversario con una programación propia, curada con mucho detenimiento y enfocada en nuestros ideales que guían cada una de nuestras actividades. Dentro de estas 12 historias destaca el trabajo de 3 realizadoras a quienes debes mantener en tu radar cinéfilo y en este artículo te las presentamos.

Zoe Wittock – “Jumbo”

 

Zoe es una directora y escritora originaria de Bélgica, aunque creció viviendo en todo el mundo y exponiéndose a distintas culturas que le brindaron muchas historias que contar. Después de unos años deambulando por las calles de los cines independientes de París, logró ser seleccionada en el Berlinale Talent Campus y más adelante completó su formación en el American Film Institute (AFI), en Los Ángeles.

Su primer largometraje, JUMBO, fue seleccionado como uno de los 12 largometrajes internacionales del festival de cine de Sundance 2020 y ganó el premio Guilde Film Preiss en el Festival de Cine de Berlín, en la sección Generation. Junto con muchos más festivales de todo el mundo, también fue nominada al Discovery Prize en los European Film Awards.

Wittock fue nombrada en la lista de Hollywood Reporter de las 20 mujeres cineastas para ver en 2020. Zoe hace campaña por una mayor igualdad en las películas, al mismo tiempo que aboga por la protección de los derechos de autor en una industria en constante cambio. No te pierdas de su última cinta “Jumbo” en la programación de Árbol Rojo a través de Cinépolis Klic®

Laura Herrero – “La Mami”

 

Laura es una directora y cineasta española, que ha tenido una formación cinematográfica multidisciplinaria en diferentes partes del mundo. Se graduó como Ingeniera Técnica de Telecomunicación con especialidad en Imagen y Sonido por la Universidad de Castilla en La Mancha, en España; la Technische Universität Graz, en Austria; y el Instituto Tecnológico de Sonora, en México. También tomó diversas clases en la San Francisco Film Society y en la Berkeley Community Television, en California.

La Mami, su último largometraje documental, obtuvo dos postulaciones a los Premios Gaudí (mejor documental y mejor montaje) y se alzó con el premio al mejor filme nacional del jurado oficial en la 27ª edición del festival L’Alternativa.

Laura Herrero ha realizado más de una veintena de cortos documentales en diferentes países, una gran variedad de videos y campañas de incidencia en Derechos Humanos, todos ellos con una perspectiva transversal de género. No te pierdas de su mirada en “La Mami” dentro de la programación de Árbol Rojo en Cinépolis Klic®

Heidi Ewing – “Te llevo Conmigo”

 

Heidi es una directora y productora nacida en Estados Unidos. Rachel Grady y ella fundaron Loki Films en 2001 y han colaborado juntas en varios documentales. “Detropia” ganó dos premios, Dirección sobresaliente y Partitura original sobresaliente, en los premios Cinema Eye Honors for Nonfiction Filmmaking en 2013. Ewing nació en Farmington Hills, Michigan, y se graduó de Mercy High School y Georgetown School of Foreign Service.

El primer largometraje narrativo de Ewing, “I Carry You With Me” (Te Llevo Conmigo), tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Sundance 2020, donde ganó los premios del jurado y del público en la sección NEXT. La película fue nominada a dos premios Independent Spirit y será lanzada por Sony Pictures Classics en 2021.

Su trabajo anterior incluye documentales como “Jesus Camp” (2006) y “Detropia”, nominada al Oscar (2007). «Creo que el arte y la cultura tienen un impacto», ha dicho Ewing. «Creo que no se puede cambiar el mundo con una película, pero se puede cambiar a una persona a la vez para ver algo a través de una película». No te pierdas su primera cinta narrativa “Te Llevo Conmigo” en la programación de Árbol Rojo.




Te invitamos a disfrutar del trabajo de estas tres realizadoras y de muchas más historias en nuestro Cuarto Aniversario a través de Cinépolis Klic®.

“Todos los caminos llevan al SUR”.

 

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The Right Girls

THE RIGHT GIRLS

 – Por Julio César Durán



 

 

Si las muestras de diversidad sexual y las prácticas no binarias han acompañado a nuestra especie desde sus inicios (véase el arte paleolítico de hace casi 30 mil años que revela aspectos socioculturales fascinantes),  la vida nómada, por su parte, ha constituido un referente en cuanto al entendimiento económico y de supervivencia de grupos humanos desde el inicio de la Historia.

La libertad de vivir una sexualidad plena en términos particulares además de diversos, que hoy en día parecen ser cuestionados, proscritos y mal entendidos, ha conjugado necesidades de movilidad en comunidades (la LGBTTTIQA) que se han formado en pos de sostenerse, apoyarse, encontrarse y de visibilizarse.

Estos elementos, que básicamente podrían describirse como resistencia social, llegan a una correspondencia en The Right Girls (2020) de Timothy Wolfer, documental que acompaña un emotivo periplo, el de un grupo de chicas trans (provenientes de Honduras y El Salvador) viajando en la Caravana Migrante que atravesó la República Mexicana durante el año 2019 y que buscaba ingresar a los Estados Unidos.

Valentyna, Chantal y Joanne unen fuerzas a partir de una amistad, basada a su vez en una identidad compartida, para conseguir su meta de llegar a la frontera México-Estados Unidos y solicitar asilo en el vecino del norte. El peligroso camino que toman, el mismo que el de otros miles de migrantes del centro y sur de América, más que una elección es una necesidad y esto pone en evidencia la vida nómada como un aspecto social que aún en pleno Siglo XX deberá aceptarse y entenderse como parte de un mundo concebido a partir de fronteras.

El recorrido que Wolfer registra aparece sobrio, se basa en los testimonios y se acompaña con los datos duros de la célebre Caravana que atravesó no sólo la geografía del norte del continente sino que además lo hizo con las mentalidades de quienes se encontraron con ella. No obstante la simplicidad que caracteriza a este relato, el documental pesa por revelar que la movilidad también es por identidad y que las supervivencias son consecuencia del prejuicio de una sociedad que aún deberá ganar bastante en materia de DDHH.

Las tres mujeres trans que protagonizan el documental intentan mantenerse unidas como una manera de sostener su sueño, tanto emocional como en cuestiones prácticas (la comida, el cansancio y los recursos para avanzar). La formación de una comunidad es lo que provee de fuerzas a estas mujeres quienes deberán sortear los conflictos que han padecido en sus lugares de origen.

Si bien  Valentyna y compañía buscan escapar de la discriminación, durante el camino tendrán que enfrentarse una vez más a los rechazos, las burlas y la incomprensión. El camino se muestra, en una medida diferente, como un reflejo de la supervivencia que hasta este momento de sus vidas han tenido que realizar, cada una en sus lugares de origen, y que se ha vuelto insostenible.

La búsqueda que demuestra The Right Girls es por libertad, la migración es para encontrar mejores oportunidades además de condiciones de vida dignas que la xenofobia niega en el día a día. El racismo que han sufrido las protagonistas se intensifica con la discriminación hacia su identidad sexual; la exclusión las ha hecho arriesgar todo pero también el miedo constante por su vida misma, es por ello que una expedición límite a través de un país asolado por el narcotráfico se ve como una opción, quizá la última que se le permite a aquellas otras, invisibilizadas y violentadas. Las identidades trans van en pos de un lugar donde se les permita ser.

El camino, lleno de riesgos, será enfrentado a partir del cuidado mutuo, del viajar codo a codo aunque en el camino, también, aparezcan diferencias. El peligro podrá combatirse únicamente, como se ve en el documental, con redes de apoyo y empatía.

El ojo que Wolfer pone en las tres nómadas del filme es para entenderlas y para testificar que su camino existió, que su búsqueda fue vital. La hazaña cometida por Chantal, Joanne y Valentyna al lado de más mujeres transgénero es la de miles y miles de migrantes, sus caras son las de tantos desplazados y The Right Girls propone dar cuenta de que la urgencia por hablar de éxodos abarca múltiples tradiciones, diferentes lenguas y sí, diversos entendimientos de lo sexual. Todos ellos nos forman y nos acompañan, pero para que eso ocurra deben romperse fronteras.



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My heart can’t beat unless you tell it to

My heart can’t beat unless you tell it to

 – Por Arturo Aguilar 
@aguilararturo



En My Heart Can’t Beat Unless You Tell it To, Jonathan Cuartas nos lleva a una interesante visita al cine de vampiros para ofrecer un drama tan profundo como provocador sobre cuidados domésticos y responsabilidades familiares en clave de horror. El género que como sabemos mejor ha servido a los verdaderos autores cinematográficos, aquellos que buscan mucho más que el salto en el asiento o la sorpresa fugaz de una toma inesperada, un reflejo o un truco similar, para poder explorar otras ideas y temas de índole social que disfrazan o esconden en lo sobrenatural o fantástico. En el caso del “cine de vampiros” aprovechado para ir en búsqueda de otras reflexiones, en el imaginario cinéfilo contemporáneo surgen referencias como Let the right one in de Tomas Alfredson, A girl walks home at night de Ana Lily Amarpour o incluso Only lovers left alive de Jim Jarmusch.  

En este caso, el director colombiano-americano hace su debut cinematográfico con un filme que ha cautivado y atrapado atención y elogios en el circuito de festivales desde el año pasado gracias a una cinta pequeña y cautivante, con una buena dosis de ambigüedad sobre lo sobrenatural y varios momentos de auténtica tensión. 

Dwight y Jessie están encargados de los cuidados de su hermano menor Thomas, débil y enfermizo, y quien depende de sangre humana para sobrevivir. A Dwight le cuesta aceptar que detrás de sus acciones van dejando una buena cantidad de cadáveres mientras que Jessie se preocupa de hacer lo que sea necesario para mantener a Thomas en casa cuando observa que este comienza a distanciarse de la familia.

La cinta no trata de explicar o discutir el origen de Thomas como vampiro, una distracción que hábilmente el guion escrito por el propio Cuartas decide evitar y superar para concentrase en Jessie y Dwight, quienes hacen todo lo posible para crear una suerte de hogar feliz para su hermano chupasangre y para mantener en el mayor secreto o discreción lo que sucede al interior de su peculiar familia y hogar.  La película avanza a partir del conflicto que enfrenta Thomas al buscar o desear la conexión e interacción con y entre humanos, motivada o potenciada al escuchar a los niños de su vecindario jugar, mientras cumple u obedece las reglas de sus hermanos y descubre en sí mismo una naturaleza de efectivo cazador furtivo. También cuando descubrimos la factura emocional y anímica que Dwight paga al acumularse las muertes y asesinatos que debe cometer (y que desearía dejar de realizar ya que en el fondo anhela otra vida) para mantener con vida su hermano. Finalmente, a la ecuación se le suma una dinámica tóxica y controladora ejercida por la figura femenina de la cinta y cabeza de esta disfuncional familia, Jessie.  Se trata de una historia sobre el aislamiento social, la soledad y la enfermedad que funciona como un estudio de personajes centrado en un espacio de luto, deseos reprimidos, curiosidades, exigencias y prioridades personales. 

La visión de Cuartas es la de un drama sobre el final de la vida, cuando la vida se pone en pausa para priorizar el cuidado de un miembro de la familia. Cada encuadre compactado en el formato académico se siente como un voyeurismo mezclado con claustrofobia al ser testigos de dinámicas familiares íntimas y privadas, a veces a la distancia u observando desde una esquina. 

Al poner más énfasis en el drama familiar-doméstico disfuncional que en las emociones, el largometraje de Cuartas puede resultar poco cautivante o enganchador para los fanáticos del terror convencional, pero la convicción y certeza en las ideas de la película y sus sólidas actuaciones deberían ser razones suficientes para atraer a aquellos cinéfilos que aprecian propuestas novedosas y originales desde el cine de género. Con este austero pero efectivo debut en el largometraje, con destacadas actuaciones de todo el elenco, el escritor y director Jonathan Cuartas se ha convertido en un cineasta digno de seguir. Su enfoque sobrio, su encuadre formal (con el formato académico en la proporción de la pantalla) y la forma en que entrelaza elementos mitológicos en su historia de un drama familiar neorrealista logran hacer de esta cinta algo notable y único.

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THE GIRL AND THE SPIDER

THE GIRL AND THE SPIDER

 – Por Andrea Rendón

Una de las sorpresas de la programación de la sección Encounters del Festival es la nueva película de los hermanos Ramon y Silvan Zürcher. Con una premisa bastante simple, los directores nos llevan a un departamento en Berlín, en donde Mara y Lisa vivían, pero una de ellas ha decidido vivir sola.

Esta película es elegante y sutil, lleva perfectamente los vaivenes de la vida frente a las historias de los vecinos del apartamento y los inquilinos del edificio. Son como una gran familia que va conviviendo armoniosamente dentro del caos que hay en su vida y el edificio.

Mara (Henriette Confurius) ayuda a Lisa (Liliane Amuat) a mudarse, el departamento se llena de trabajadores y de la madre de Lisa interpretada por Ursina Lardi, quien le ayuda pero a la vez decide coquetear con el reparador del departamento. De repente el sitio se vuelve un lugar con todos los inquilinos tratando de ayudar pero también entorpecen la situación. Se siente sobrecargado el ambiente pero Mara sigue tranquila pese a varios cortes que tiene por accidentes, mantiene la calma y logra salvar a una araña mientras poéticamente, se enamora del ayudante del reparador, pero también parece que tiene un aura magnética frente a todos, aunque muchas veces su presencia desaparezca para ellos.

Las historias de los vecinos se van uniendo como cuentos, uno a uno develan sus intenciones y su pasado, el amor entre ellos aparece y desaparece como un sueño. Una historia curiosa es la de la vecina de la 3ra edad, un gato se pierde siempre y todos ellos tienen la teoría de que el gato en realidad engaña a sus dueños con ella: ¿quién compra comida para gatos si no tiene?

La atmósfera es sutil, todo combina en el diseño de producción: los colores, las escaleras, las herramientas parecen convivir y coexistir entre ellas. Hay dos personajes que entran hacia la mitad de la cinta: dos vecinas. Una de ellas es una persona que vive en la noche y duerme en el día, la fiesta para ella es todo y el día es para cultivar su cuerpo. Particularmente hay unos diálogos que Mara y uno de los niños vecinos tienen sobre ella que causan una extraña sensación de enamoramiento hacia ella, como una oda a lo que ella representa y su tristeza frente a los humanos que la rodean.

Coqueteos, amor, renovación, una araña que teje historias entre ellos y se aparece en la pared, una fiesta y hasta ver por la ventana se convierten en situaciones poéticas gracias a los bellos diálogos de los personajes. Magnética de principio a fin, nada mejor que un buen soundtrack para terminar una película así que la canción Vuela, Vuela.

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LAS 10 FIGURAS DEL 4TO ANIVERSARIO

LAS 10 FIGURAS DEL 4º ANIVERSARIO

 – Por Maximiliano Torres

Cuando los algoritmos y el binge watching le quitan el sentido a la experiencia de descubrir cine, el remedio siempre será la programación de los festivales, muestras y ciclos. Asistir a estos eventos es una cita con tu futuro nuevo director favorito, con la película que te abrirá los ojos, con el actor o la actriz que representará una parte de tu identidad, con el diálogo que citarás para navegar adversidades. La cuarta edición de Árbol Rojo no será la excepción a esta clase de encuentros.

A continuación, una lista de las diez figuras que podrían marcar el antes y después de tus idas al cine. Presenciales y virtuales. 

-Xavier Dolan (Matthias & Maxime)

Ha pasado más de una década desde que el realizador canadiense irrumpió en el cine mundial con su debut Yo maté a mi madre, proclamado como la siguiente promesa de la gran pantalla. Desde entonces es de reconocerse la autenticidad que ha guiado su carrera; rehusándose a ser reclutado por la industria para seguir modas como hacer remakes, dirigir cintas para Disney o dirigir una de súperhéroes. (¿Haber dirigido el videoclip para Hello, de Adele cuenta?)  Como en aquella icónica escena en la que que el protagonista de Mommy empuja los límites de la imagen a cuadro para dejarnos verlo en widescreen, la carrera de Dolan posee todavía ese carácter libre. Para los millennials es referente del melodrama (Los amores imaginarios), la identidad y el deseo queer (Tom en el granero y Lawrence Anyways) o las relaciones madre e hijo (Mommy). Ya sea que lo admiren, difieran de su cine o lo detesten, cada nueva película de Dolan sigue siendo una conversación pendiente a tener. 

– Everardo González (Yermo)

Todas las veces que el cine mexicano estuvo en crisis, el género documental fue su pulso vital. Y Everardo González uno de sus mayores exponentes. Su filmografía es un paseo comprensivo por México en el que hay cultura (La Canción del Pulque), antropología (Los Ladrones Viejos), denuncia social (La Libertad del Diablo), supervivencia (Cuates de Australia) y con Yermo González expande su mirada para explorar la vida en diez desiertos alrededor del mundo. Si sabemos lo que es capaz de hacer en el contexto local, su primera cinta con visión global debe ser algo imperdible.    

– Samuel Kishi (Los Lobos)

Si después de ver una película de Samuel Kishi te preguntas qué es lo que la hace especial, la respuesta puede estar en su fuente de inspiración, que es su propia vida. Su opera prima Somos Mari Pepa fue un retrato de su adolescencia como integrante de una banda punk junto a su hermano menor. Los Lobos, la película que lo trae a la programación de Árbol Rojo, está igualmente hecha de fibras personales. Evoca el viaje que Kishi, su madre y hermano hicieron a Estados Unidos en busca de mejore oportunidades. Impulsada por su recibimiento efusivo en festivales de México y el mundo, Los Lobos tiene pinta de favorita de la audiencia. 

– Tenoch Huerta (Hijo de Monarcas)

Si para estas alturas el nombre de Tenoch Huerta no te es familiar, es momento de que revises tu conexión a Internet. Ya sea participando enérgicamente en la conversación nacional, destacando en cintas mexicanas u obteniendo roles en cintas de Hollywood, el actor mexicano está entre los pocos miembros de la industria que logra mantenerse relevante sin frivolizar su carrera. En Hijo de Monarcas, en donde interpreta a un biólogo mexicano radicado en Nueva York que, debido a un asunto familiar, debe regresar a su tierra natal en Michoacán, convergen algunos de los temas que más le importan al actor y a los que ha dedicado tiempo y espacio en su plataforma: tradiciones, identidad y multiculturalidad. 

– Armando Espitia (Te llevo conmigo)

Hay que mirar hacia varios lados para conocer a la nueva generación de actores mexicanos de los que seguramente estaremos hablando en un futuro. Hay que mirar, sin duda, el trabajo de Armando Espitia en Te llevo conmigo. En la cinta que representó a México (en co-producción con Estados Unidos) en la edición 2020 de Sundance, Espitia interpreta a un aspirante a chef decidido a buscar el sueño americano mientras en México lo añoran su hijo pequeño y un inusitado romance con el hombre que podría ser el amor de su vida. Dirigida por la norteamericana Heidi Ewing (a quienes algunos recordarán por el poderoso documental Jesus Camp), Te llevo conmigo es un diálogo entre países y culturas que no se ve con frecuencia.

– Jasmine Batchelor (The Surrogate)

 La fama de Jasmine Batchelor como actriz de televisión en roles secundarios tiene los días contados. La actriz, productora y escritora ha atraído miradas desde su protagónico en The Surrogate. Una diseñadora web para una organización sin fines de lucro en Brooklyn está encantada de ser la madre sustituta y donante de óvulos de su mejor amigo y su esposo. A las doce semanas de embarazo, una prueba prenatal regresa con resultados inesperados que plantean un dilema moral. Si estás en busca de temas y preguntas difíciles, es aquí. 

– Noémie Merlant (Jumbo)

Estamos frente a una actriz que no está dispuesta a descansar sobre el papel que le inmortalizó. Después de Retrato de una Mujer en Llamas, Noémie Merlant se propone el reto de interpretar a Jeanne, una mujer soltera y tímida que trabaja en un parque de atracciones y termina en una “relación” con uno de sus juegos mecánicos. Hay mucho que digerir en la premisa de Jumbo, sin embargo, Merlant es la indicada para llevarnos a través de esta fábula surreal. 

– Emmanuelle Bercot (Jumbo)

Al centro de Jumbo está una relación madre e hija en la que la gran Emmanuelle Bercot es la mancuerna de Noémie Merlant. Ella es uno de los pocos talentos del cine francés capaz de alternar oficio entre la actuación, la dirección y la escritura. Gran parte de su trabajo ha debutado en el Festival de Cine de Cannes, desde su corto Les Vacances, ganador del Premio del Jurado en 1997, hasta su primer largometraje Clément , los dramas premiados Polisse, que coescribió y protagonizó, así como Mon Roi, lo que le valió el premio a la Mejor Actriz de Cannes 2015.

– Henriette Confurius (The Girl and the Spider)

La joven actriz Henriette Confurius es el corazón (y sistema nervioso) de The Girl and The Spider, la historia de dos roommates cuyas vidas entran en conflicto cuando una de ellas decide mudarse. Contado entre dos departamentos y con los personajes que suelen involucrar una mudanza, este relato de manipulación emocional recae en la actuación de Confurius, una digna heredera de las rommates del terror como las de Mujer soltera busca y Las Reglas de la Atracción. 

– Laura Herrero Garvín (La mami)

Hay que aplaudir la intuición documentalista de Laura Herrero Garvín.

Una noche, la cineasta española quedó de festejar el cumpleaños de una amiga suya a ritmo de salsa en el mítico Barba Azul; uno de los últimos recintos del cabaret de antaño en Ciudad de México. 

Laura fue al baño. Más que una escala técnica, aquello era un llamado a su siguiente destino cinematográfico. Allí vio entrar a varias de las chicas que trabajan en el Barba Azul, quienes le contaban su vida a la señora encargada de los baños a quién le llamaban de cariño “La Mami”. Todas la consultaban y Laura empezó a entender que La Mami era parte fundamental de aquel lugar. Se acercó a ella para preguntarle si podría visitarla para entender este espacio; ella le dijo que regresara el martes a las nueve y el martes a las nueve Laura estaba ahí. El resto es historia. Una historia contada en el fascinante documental La Mami. 

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