YERMO

 – Por Pablo Rendón
@pagusrendon



La palabra yermo, de acuerdo a la Real Academia Española, posee dos acepciones: un lugar inhabitado o bien, un terreno sin cultivos. El título del séptimo largometraje documental del realizador mexicano Everardo González evoca deliberadamente un paisaje desértico y poco propicio para albergar la vida humana. Existe en la palabra misma un cierto sabor terroso; una sensación de extrañeza, un clima extremo, un paisaje extraordinario. 

“Extraño”, “extremo”, “extraordinario”. La equis marca no sólo la incógnita de la ecuación, sino el punto exacto de esos lugares inhóspitos en el que un grupo de personas ha decidido desafiar las condiciones geográficas y atmosféricas de un terreno que les es hostil. La equis se ubica, pues, en los territorios de México, Chile, Perú, Estados Unidos, Mongolia, India, Islandia, Namibia, Marruecos y Chile, donde se detiene la cámara de González.

Debemos ubicar la constante si es que pretendemos resolver esta ecuación. Existen en estas diez historias distintas formas de crear comunidad, no sólo entre seres humanos sino con el ecosistema y las condiciones que le rodean. La letra equis, a menudo asociada al misterio y a lo desconocido, es también, de acuerdo a la numeración romana, el equivalente a diez unidades. Diez puntos trazados en el mapa que ubica a diez desiertos alrededor del mundo en el que transcurren diez historias conforman ese gran destino que es el “Yermo”, ahí donde nada crece.

Equis es también por “extranjero”. El prefijo “extra” significa “fuera de”, con relación a lo que previamente damos por sentado o suponemos dentro de un orden establecido. “Fuera de”, por ejemplo, un mismo código que permita que el emisor de un mensaje y su receptor se entiendan. Con la extrañeza que le confiere a Everardo González el emplear un lenguaje distinto al de las personas que retrata incluso a pesar de hablar un mismo idioma o de la traducción in situ, el documental adquiere un gesto de asombro y sorpresa que, más allá de su cualidad etnográfica y contrario al exotismo del Cinema Mondo, es recíproco entre quien se halla al frente y detrás de la cámara. 

No sabemos a ciencia cierta por qué la letra equis marca la incógnita de una ecuación. La teoría más aceptada es aquélla que nos dice que René Descartes propuso en La Géométrie, uno de los apéndices de su Discurso del Método publicado en 1637, que utilizáramos las primeras letras del alfabeto (A, B, C) para las cantidades que conocemos y las últimas, o las más alejadas, (X, Y, Z) para las que desconocemos. Equis y yé son dos puntos lejanos, las incógnitas que nos hace falta resolver. Para ello, hemos de separarles y así, una vez aislados, proceder a despejar cada una de las equivalencias en esta ecuación: la equis somos nosotros, pero la yé es de “Yermo”.

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