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La Llorona: Los horrores del dolor.

LA LLORONA:

Los horrores del dolor.

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

Se nos ha dicho en muchas ocasiones que el cine no cambia la realidad, sin embargo cuando revisamos la historia de este medio artístico, nos damos cuenta que el cine sí es una ventana que nos puede acercar a otras realidades, y que al acercarnos a ellas nos llena de nuevos conocimientos y cuestionamientos. Hay directores que con su trabajo demuestran que el cine cambia la realidad justo como cualquier otro medio de comunicación, por medio de una conexión universal, pero que a diferencia de otros medios, el cine más que buscar informar; se centra en la transmisión de emociones, y como seres sensibles que somos, encontramos una relación que invariablemente afecta nuestro desarrollo en la realidad.

“La llorona” (2019) del director guatemalteco Jayro Bustamante presenta una adaptación de la leyenda popular de terror, en donde nos cuenta como después del juicio por el genocidio maya, el dictador Enrique Monteverde (Julio Díaz) y su familia se encierran en su mansión a partir del asedio de un grupo de manifestantes que se mantienen día y noche vigilantes fuera de su casa. Pasados los días la familia del dictador contrata a Alma (María Mercedes Coroy) como la nueva trabajadora doméstica. Sus rasgos mayas serán suficientes para traer recuerdos y culpas que abren un páramo fantástico.

El guión entrama su relato a partir del dolor social para gestar un reclamo colectivo desde una realidad espantosa que se centra en el genocidio a manos de la milicia guatemalteca en la década de 1980, donde se exterminaron comunidades mayas enteras con masacres sistemáticas que devinieron en más de 200 mil muertos y desaparecidos, sin culpables ni respuestas del Estado. Hasta que en 2013 se dictó la culpabilidad contra el general Efraín Ríos Montt en un juicio histórico, la cual fue posteriormente revocada y murió impunemente, dejando una llaga abierta en el tejido social y en la memoria colectiva de aquel país.

Uno podría creer que esta incorporación de una crítica política y un reclamo social podría ser una decisión riesgosa para una cinta de terror, sin embargo el director y su equipo encuentran la manera más adecuada para aprovecharse de los mecanismos del género por medio de una incorporación innovadora de la leyenda popular sin trivializar la realidad. El tratamiento deambula elegantemente entre el terror, la fantasía y el realismo mágico, en donde crea atmósferas que no busca el susto repentino ni los gritos desbordados, sino que desde la ficción nos invita a mirar los terrores mas universales y reales que podemos enunciar: la perdida de todo derecho humano. 

En los últimos años el cine de terror y fantasía ha plagado las pantallas con historias de reclamo sobre los horrores más cotidianos, mostrando que ese dolor se puede canalizar por medio de la creatividad para emanciparnos por medio de la catarsis. En Latinoamérica, Jayro Bustamante nos ha mostrado en sus trabajos previos su preocupación por explorar los dolores más latentes del contexto guatemalteco contemporáneo, tanto en “Ixcanul” (2015) como en “Temblores” (2019), y ahora en “La llorona” (2019) resaltan el clasismo, la homofobia y el desinterés en los derechos humanos, respectivamente.

El cine de Bustamante se vuelve un megáfono contra las injusticias, propone el cine como un medio de protesta, invita a la reflexión sobre aquellos dolores que hemos normalizado como parte de nuestro devenir, pero sobre todo, mantiene viva la esperanza de que ese dolor no se olvide para que nunca más vuelva a ocurrir algo así.

Después de un exitoso paso por una veintena de festivales y una decena de galardones a nivel mundial este largometraje finalmente llegará a las pantallas de Chetumal en una proyección especial de Árbol Rojo durante el marco del octavo Festival de Cultura del Caribe el sábado 27 de noviembre a las 20 hrs en el Centro Cultural de las Bellas Artes.

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Users: ¿Usuarios o esclavos de nuestra propia distopía?

USERS :

¿Usuarios o esclavos de nuestra propia distopía?

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

“Por un momento somos solo carne… sin consciencia”

Desde la Revolución Industrial hemos encontrado un sin fin de oportunidades para ignorar la sobre explotación y degradación de los recursos naturales tras la consigna de “progreso”, dañando indiscriminadamente el medio ambiente justificándolo como los medios para generar avances tecnológicos. Sin embargo lo que se oculta detrás de esta maquinaria maquiavélica es una indiferencia y un egoísmo que nos está forzando a mirarle con atención para actuar antes de que sea muy tarde. 

Users” (2021) es el más reciente trabajo documental de la multi-premiada cineasta Natalia Almada, quien a partir de una propuesta narrativa que se desarrolla con apariencia de un documental, pero que con esmero roza los límites del ensayo buscando una interpretación del lenguaje por medio de una gran propuesta visual que más que tejer un discurso, invita al espectador a seguir las pistas emotivas con las que se guía su estructura. 

La directora toma de base su papel como madre para externar sus preocupaciones generando una carta al futuro en donde plantea grandes cuestionamientos sobre nuestro consumo actual y los sistemas faltos de ética y responsabilidad ambiental que nos ha llevado a depender de la sobre industrialización como parte de nuestra interacción con el mundo, en donde perdemos las libertades de usuarios para volvernos esclavos de nuestras propias distopías. 

La directora decide utilizar una técnica estructural que parte del contraste, con la cual no solamente se aprovecha para hacer un cuestionamiento analítico al sistema en el que estamos inmersos, sino que le suma una ilustración consciente de esa realidad que critica. Por medio de la construcción de un mosaico de imágenes que se yuxtaponen con puntualidad y destreza se contrapone lo natural con lo industrializado como vestigio de lo que hemos llevado al límite para solventar nuestros voraces hábitos de consumo, y ayudada de planos con gran complejidad compositiva que juegan con el estatismo de la cámara para definir su evolución desde los movimientos internos, pero también aprovecha los pocos movimientos de cámara para mostrar la mecanización a partir de la tecnología reflejada en la automatización que se describe, haciéndonos dudar de su “naturalidad”.

En momentos ese contraste entre lo natural y lo artificial abre puertas referenciales que resuenan y dialogan con las imágenes y las búsquedas simbólicas del cine de Laila Pakalnina o la determinación estética de Terrence Malick. La cinematografía de Bennett Cerf se encarga de permitir que el tiempo habite el cuadro y sea éste quien defina el movimiento hipnótico de los objetos en constante evolución, se trate de un bosque en llamas o de un tren a toda velocidad, el juego de perspectivas y la pulcritud del trazo de la cámara nos invita a repensar la mirada, usando nuestros ojos para atestiguar extractos de una realidad en momentos diminuta y grandilocuente en ocasiones. 

Users es un bellísimo recordatorio de que somos seres pasajeros por este plano, a partir de una hazaña cinematográfica desde su visión hasta su ejecución. Es un poema al planeta, una disculpa al medio ambiente, un arrepentimiento a la sobre-explotación y ante el descuido de los recursos naturales. Es una invitación a redefinir nuestra mirada, a observar con decoro, a aprovechar la capacidad de contemplación, a mirar por una rendija, a dialogar con imágenes deformes, a apreciar la enormidad y detenernos ante los detalles para comprender nuestra dependencia frente a las máquinas, pero también como recordatorio de nuestra necesidad de vincularnos con lo natural. 

Después de su estreno mundial en la más reciente edición del Festival de Sundance, “Users” continua su camino como parte de la Competencia Oficial de la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y la podrás disfrutar de manera virtual desde su plataforma gratuita habilitada para todo territorio mexicano.

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Nos hicieron noche: La lucha por nunca desaparecer.

NOS HICIERON NOCHE:

La lucha por nunca desaparecer.

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

“ – ¿No va a bailar la danza de los diablos? – 

  – No, yo quiero pizza – “

Gran parte de la diversidad cultural de México se debe a la resiliencia con la que la gente ha debido enfrentarse para evitar ser víctima de la invisibilidad y el olvido. Esa lucha que surge primeramente como un deseo por no desaparecer y que se va transformando en una necesidad por pertenecer, por engendrar un vínculo místico que sobrepase nuestra comprensión racional, volcando nuestra interacción con el entendimiento sensorial que tenemos del tiempo y su flexibilidad a una experiencia sin restricciones.

“Nos hicieron noche” (2021) es el cuarto largometraje documental del cineasta Antonio Hernández Martínez quien se acerca con intimidad y respeto a la vida cotidiana de la familia Salinas Tello en una exploración etnográfica después de que en 1974 el ciclón Dolores, azotara las costas de Oaxaca, inundando su pueblo natal, Charco Redondo. Obligándoles al abandono de sus raíces para fundar una nueva comunidad desde el exilio. Sin embargo el manejo delicado de la cámara de Hernández no se detiene ahí, aprovechando lo valioso de sus ideales para llevarnos a través de un camino más profundo en el que se exploran y cuestionan los conceptos de tradición, identidad, pertenencia y creencias. 

Desde el inicio podemos identificar una mirada curiosa que guía la atención, que se sirve de herramientas que plantean un uso de la cámara más expresivo que meramente descriptivo, atreviéndose a adentrarse sin reparo a las acciones y las emociones de sus personajes, creando un aura que en momentos se desprende de las fronteras entre la realidad con el imaginario, creando secuencias poéticas que emulan el misticismo de su narrativa. 

Hay un juego formal ,que hace la suerte de una coreografía, en donde participan la cinematografía de Alonso Marañón y el diseño sonoro y musical de Luis Ortega dotando de nuevas dimensiones discursivas a los trazos narrativos alimentados desde la cotidianidad, generando representaciones que van más allá de la documentación, decantando en retratos tejidos con delicadeza, unidos por medio de emociones que se materializan como signos del recuerdo, arraigados en la memoria colectiva que se mantiene viva a través de la tradición oral. 

Este ejercicio documental retrata las tradiciones de una comunidad a manera de celebración de su supervivencia resultante ante la oportunidad por refundar las aristas que dan las bases a sus “nuevos” orígenes, después de sobrevivir a una catástrofe que les mostró de cerca la extinción, fundando una responsabilidad de mantener vivas las creencias desde el terror por desaparecer. Pero a la par, usa este temor para cuestionar el concepto de tradiciones desde la perspectiva de las generaciones más jóvenes que lo ven como algo irrelevante, una responsabilidad con un gran peso que es mejor evitar, volviéndose el conflicto principal de la trama: ¿Pertenecer u olvidar?.

Sin llegar a un juicio de valor, el documental nos deja deambular entre los diferentes aspectos y las riquezas culturales de esta comunidad que se abre paso en un mundo determinado a homologar la diversidad, otorgándonos un retrato comunitario que nos deja mirar simultáneamente al presente y al pasado, desde la maestría para innovar en forma sin entorpecer el desarrollo narrativo ni minimizar la importancia de cada personaje. 

Después de su estreno mundial en la más reciente edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, donde se coronó con el Premio Mezcal a Mejor Dirección, “Nos hicieron noche” continua su camino como parte de la Competencia Oficial de la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y la podrás disfrutar de manera virtual desde su plataforma gratuita habilitada para todo territorio mexicano.

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Le bruits des moteurs: Un rugido metálico desde el interior.

LE BRUITS DES MOTEURS:

Un rugido metálico desde el interior. 

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

“Nunca más vuelvas y todo aquí volverá a la normalidad de nuevo” 

En ocasiones el cine nos lleva a espacios que no se logran racionalizar con totalidad pero que inexplicablemente transmiten emociones de maneras difíciles de comprender. Esto en cierta manera se debe a la creatividad y la osadía de los y las cineastas que exploran con libertad a partir de los límites actuales de lo que conocemos como cine; en donde el atrevimiento nos puede hacer aterrizar en escenarios de sugerente rareza y cautivadores desconciertos como ejercicio lúdico.  

Le bruits des moteurs” (2021) es el primer largometraje del cineasta canadiense Phillipe Grégoire en el que se basa de sus experiencias personales cuando trabajó en aduanas mientras estudiaba la carrera de cinematografía, para formular la historia de Alexandre, quien deambula a través de un problema que decanta en una enajenación que le lleva a un hundimiento mental que no le permite distinguir entre lo real y lo imaginario, tomándole como pretexto para explorar la culpa, la herencia familiar y la elección profesional como base para retratar un perfil que se interpone contra sus principios.

Desde una desconcertante primera secuencia se nos advierte y presenta de manera literal, aquella metáfora que se enmarca en su título, con la cual nos conecta a los rugidos internos del motor de un auto que gira en círculos a toda velocidad. Una presentación que juega con la libertad creativa para experimentar y romper los cánones cinematográficos como distintivo de la propuesta del director en donde la osadía abre los caminos para articular una narrativa inconexa que más que contarnos algo, nos guía en una conquista de territorios poco explorados del lenguaje fílmico. 

Por medio de un tratamiento formal poco convencional se propulsa una premisa aparentemente simple y clara, pero que se ciñe a fórmulas que permiten un paseo constante entre el drama cotidiano y una pesadilla vívida, propia del cine de terror. En donde por medio de una sátira desconcertante se cuestiona la moral y los efectos de las denuncias sexuales hacia un comportamiento voraz en la actualidad. 

Puede parecer que este largometraje nos está contando una mera anécdota personal, sin embargo la visión aventurera que mantiene el director nos hace dudar de cada elemento, en donde se afianza un aura fantástica en donde no es fácil distinguir quién tiene la razón o a dónde va la trama, pero que sin duda nos recuerda la delicadeza y pulcritud del cine de su connacional, Denis Côté con la que nos adentra en conflictos cotidianos que se abren a planos filosóficos sin la necesidad de hacer una película “consensual” que la gente ame, ya que como ha mencionado: “Una película es exitosa solo si algunas personas se salen de la proyección”. 

Estas propuestas contemporáneas que además de ser óperas primas son escenarios de experimentación me parecen brillantes y necesarias para un entendido del cine, en donde no todo debe seguir parámetros preestablecidos o fórmulas que aseguran su éxito comercial. Enseñándonos que el cine es un arte viva en constante evolución, que por suerte, aun no ha muerto, y que nos invita a repensarle para mantenerle vivo, siendo la prueba fehaciente de que tanto como creadores como espectadores, aun no hemos agotado las aplicaciones de un lenguaje que exige cada vez más emotividad y menos racionalidad. 

Después de su estreno mundial en la más reciente edición del Festival de San Sebastián, “Le bruits des moteurs” continua su camino como parte de la Competencia Oficial de la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y la podrás disfrutar de manera virtual desde su plataforma gratuita habilitada para todo territorio mexicano.

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Violet: Una deconstrucción de la ansiedad.

VIOLET :

Una reconstrucción de la ansiedad.

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

“No quiero sentir miedo todo el tiempo” 

Es complejo tratar de representar en el cine una afección mental sin dejar entrever una perspectiva que promueva un juicio de valor, que reduzca el planteamiento a una observación sesgada o limitada. Aunque siempre es elocuente cuando un realizador audiovisual logra acercar una revisión global por medio de una mirada que tiene como objetivo básico el de traducir las emociones a los elementos de los que el cine se alimenta para recrear parajes que conectan desde el imaginario colectivo.

Violet” (2021) cuenta la historia de una chica que aparenta una confianza envidiable, que le ha otorgado grandes éxitos como productora de cine en Los Ángeles. Sin embargo, detrás de esa fachada se oculta una maraña de pensamientos y voces que la persiguen, buscando a toda costa hacerle sentir insegura y culpable ante cada decisión que toma.  

Este es el primer largometraje de la directora Justine Bateman, quien se acerca a su gran experiencia como actriz, otorgada por una filmografía comprendida por casi sesenta producciones que le han permitido adentrarse en el mundo del entretenimiento desde la serie de televisión, el cortometraje y el largometraje, tomando como base sus experiencias personales para armar una crítica voraz que interpone el valor simbólico del mundo del cine sobre la atención a la salud y bienestar mental del otro, a partir de una meta-narración que se modela fielmente a una problemática colectiva de la contemporaneidad.  

Este escenario es el punto de arranque para cuestionar temas como la depresión y la ansiedad como impedimento para vivir con plenitud, a partir de una representación audiovisual que hace un acercamiento vertiginoso en donde el uso de textos escritos en pantalla, imágenes sin aparente nexo entre sí, un sonido agobiante y secuencias a toda velocidad, son algunos ejemplos de las técnicas que entretejen varios niveles narrativos, en donde decanta en una complicación del relato, volviéndose exigente con el espectador a partir de la simulación del ritmo de una mente que divaga entre pensamientos aleatorios.     

La narrativa va en un constante aumento de intensidad, llevando a Violet ante nuevos retos que ponen a prueba su estabilidad emocional, procurando ilustrar lo complejo de su exterioridad y las luchas personales que le obligan a actuar desde lo que “debería hacer” renunciando a sus deseos con tal de cumplir las expectativas de los demás. El uso del flashback se vuelve un recurso terapéutico que explora la psique del personaje, buscando en el pasado aquellas emociones inocentes de la niñez para generar la paz del presente, pero también encontrando explicaciones para entender el origen de sus inseguridades y temores.

Los momentos en donde Violet debe enfrentarse a la realidad fuera de su cabeza se vuelven enfrentamientos épicos que no necesitan complicadas construcciones dramáticas, pero sí una entrega emocional con mucha determinación para economizar cuando se debe y sobre poner cuando es necesario.

La creatividad aplicada al manejo del lenguaje cinematográfico vuelve a la cinta un espacio lúdico en el que el espectador se vuelve el receptor de la emotividad contenida en el personaje, creando un vínculo que articula una revisión compartida sobre la represión, el menosprecio y la reducción de los sentimientos para establecer la importancia del autocuidado y la empatía frente a un mundo deshumanizado. 

Después de su estreno mundial en la más reciente edición del Festival SXSW, en donde recibió la nominación al Gran Premio del Jurado. “Violet” se estrena en México como parte de la Competencia Oficial de la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y la podrás disfrutar de manera virtual desde su plataforma gratuita habilitada para todo territorio mexicano.

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Strawberry Mansion: La emancipación de los sueños.

Strawberry Mansion:

La emancipación de los sueños. 

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

El imaginario y las abstracciones a las que puede llegar el arte cinematográfico por medio de una representación ha permitido que sea un terreno fértil en donde los realizadores pueden explorar los deseos, anhelos y cuestionamientos más grandes de la existencia humana. También puede ser una plataforma para fantasear sobre los dolores y traumas insertados en nuestro subconsciente a manera de pesadillas que nos permiten adentrarnos ante preguntas cada vez más complejas. En ambos casos se vuelve llamativa la búsqueda y exploración de estatutos que nos llenan de incógnitas y cómo nos invitan a construir parajes ficticios para tratar de comprender con más atención eso que ignoramos. 

Strawberry Mansion” (2021) es la segunda colaboración entre los cineastas Kentucker Audley y Albert Birney, después de su excéntrico e imaginativo trabajo en “Sylvio” (2017) en donde dejan entrever esta lógica juguetona que esconde un profundo cuestionamiento de la realidad por medio de una resignificación de los elementos cinematográficos, tales como el lenguaje, el género y los límites de la ficción.

En esta ocasión nos presentan una historia, que se puede encontrar en un punto medio entre la ciencia ficción y la fantasía, en donde los sueños son el protagonista de la premisa principal. Generando una oportunidad para imaginar un futuro en donde el gobierno tiene la capacidad para registrar y fiscalizar los sueños de cada persona por el simple hecho de soñar. Abriendo un potente cuestionamiento a lo voraz del dominio de las instituciones con respecto a nuestra libertad, incluso en aquellos espacios imaginarios en el que se pretende una libertad del ser a partir de una pregunta clave: ¿Que tanto somos los dueños de lo que soñamos/ imaginamos?.  

Con una secuencia inicial que va de lo poético a lo mundano se nos establece el tono de la ensoñación y la fantasía en que se envuelve una serie de metáforas visuales que permiten proponer una realidad alterna, a la que vamos accediendo paulatinamente. Acompañada del tratamiento de la imagen que se construye desde una ambientación que nos genera una sensación ajena y plástica de lo que vemos, recordándonos que hay una distancia entre la representación y la realidad, una estrategia que nos remite a las composiciones de ciertos referentes del arte pictórico, como las composiciones de los paisajes de Edward Hopper o lo colorido de las paletas de David Hockney. 

Los directores abre viñetas imaginarias en donde, desde su creatividad, se plantea una mezcla libre entre la ciencia ficción y la fantasía, alejándose de los grandes efectos especiales sin dejar de emular el excentricismo de la mente desde un planteamiento estético que se arriesga en propuestas que buscan materializar el subconsciente a partir de un gradiente simbólico que se desarrolla independientemente, pero manteniendo referencias indirectas a la creatividad de Michel Gondry, la destreza de Terry Gilliam y las poco convencionales narrativas de Shane Carruth.

Dentro de esa original propuesta que desarrolla la historia, nos podemos encontrar con un sin fin de técnicas de las que se asisten los creadores para cuestionar nuestra interacción con la realidad y el imaginario, entre el uso de animación clásica, stop motion, manipulación del sonido y la deformación digital de las imágenes. Usando el lenguaje fílmico como vehículo para desprenderse de todo indicio de realidad, transportando al espectador a páramos de aparente tranquilidad pero completamente delirantes, en donde como en un sueño, se transforma velozmente su narrativa, yendo y viniendo entre el sueño plácido y una pesadilla psicodélica.     

En esta delirante experiencia se nos invita a soñar como un camino a la emancipación del sistema, un escape a los horrores de la realidad, una oportunidad para recrearnos desde la creatividad y a formular nuevos deseos que nos lleven a encontrar la libertad y la felicidad. 

Después de su estreno mundial en la más reciente edición del Festival de Sundance, en donde obtuvo una nominación al premio por innovación. “Strawberry Mansion” llega a México como parte de la Competencia Oficial de la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y la podrás disfrutar de manera virtual desde su plataforma gratuita habilitada para todo territorio mexicano.

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Luchadoras: Del ring a los problemas diarios.

LUCHADORAS:

Del ring a los problemas diarios. 

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

“México, Ciudad Juárez. La ciudad más peligrosa del mundo. 

Estados Unidos, El Paso. La ciudad más segura del mundo. 

Que contradicción ¿No?”

Hemos escuchado en cientos de relatos la crudeza que se vive en la frontera norte de nuestro país. Una región conocida por su infame deterioro social en donde las mujeres son presas diarias de la brutalidad del machismo y la falta de capacidad de las autoridades por cambiar la situación. 

“Luchadoras” (2021) es la obra documental codirigida entre Paola Calvo y Patrick Jasim en donde se nos adentra a la cotidianidad de una ciudad en donde hay que aprender a vivir con miedo, pero nunca soltarse de los sueños. Una historia que nos guía con esperanza dentro de un contexto en donde se aprende a transformar el dolor en la materia prima para luchar con determinación por lo que se desea. 

Desde la introducción en voz en off se nos narra en primera persona la crudeza del entorno por medio de una de las pocas crónica de una sobreviviente de la violencia de género que impera en la región. Sin reduccionismos se plantean el tono con que el documental enmarca las adversidades que tiene que sortear una mujer en Ciudad Juárez, una ciudad en donde la supervivencia va de la mano con una lucha constante, que en el caso de nuestras protagonistas, se materializa como una acción literal en la que se convierten en luchadoras de vida y luchadoras del cuadrilátero. Una acción simbólica que nos demuestra la plenitud con la que nuestras protagonistas se adentran en una constante batalla por cambiar los paradigmas. 

A pesar de que Lady Candy, Mini Sirenita y Baby Star tienen metas diferentes, parten de un contexto similar que las ha llevado a la necesidad compartida por plantean y cuestionan los machismos insertados en el deporte, en la sociedad y en los conflictos cotidianos que se nos han instaurado culturalmente, aleccionándonos y acostumbrándonos a su aplicación que busca subyugar sistemáticamente a la mujer, dando un giro y tomándole como una oportunidad perfecta para replantear los esquemas y encaminar su lucha. 

La propuesta formal que deciden utilizar los realizadores tiene un tratamiento muy clásico en donde intercala entrevistas, testimonios, pasajes de la vida diaria y escenas que buscan una significación más subjetiva. Sin embargo, esta simpleza reduce los artificios ayudando a otorgarles el protagonismo a sus personajes, sus historias y sus emociones a partir de una gran sensibilidad y respeto, evitando caer en el melodrama o el maniqueísmo. 

Hay secuencias que tienen una construcción tan fina y puntual que se llenan de una intención poética que enaltece la sororidad y la unión femenina como base, que sostiene y propulsa a este grupo de mujeres que luchan por salir adelante, por cumplir sus sueños y por dejar de vivir con miedo, articulando un homenaje visual a la feminidad y a su presencia en la lucha libre, una combinación que ya con solo enunciarse se vuelve una hazaña. 

Una historia que usa el dolor como catapulta para recordarnos que aún en una situación tan conflictiva podemos brillar y cambiar el curso futuro de la realidad. Una narración que presenta a sus personajes como entes construidas de anhelos y sueños, que nos invitan a reflexionar con ellas sobre la constante búsqueda de esperanza dentro del terrible caos. 

Después de su estreno mundial en la más reciente edición del Festival SXSW, “Luchadoras” llega a México como parte de la Competencia Oficial de la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y la podrás disfrutar de manera virtual desde su plataforma gratuita habilitada para todo territorio mexicano.

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LOS CABOS 10 ANUNCIA SU PROGRAMACIÓN

LOS CABOS 10 ANUNCIA SU PROGRAMACIÓN

 – Por Árbol Rojo.

El Festival Internacional de Cine de Los Cabos ha anunciado las películas, los homenajes y las conversaciones que conformarán su décima edición. El formato se realizará simultáneamente de manera presencial y virtual del 10 al 18 de noviembre, lo que permitirá que todo el país pueda disfrutar de una variada lista de filmes. Las funciones presenciales tomarán lugar en Los Cabos, Ciudad de México y Mérida.

El encuentro fílmico dará comienzo con una conversación de la directora Alejandra Márquez Abella para reconocer la carrera del productor Nicolás Celis, quien será honrado con el Outstanding Work in Cinema Award – Production. Sus más recientes trabajos, Noche de fuego, seleccionada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para competir por el Óscar, y Drunken Birds, elegida por Canadá igualmente para representarlos en los Premios de la Academia, estarán disponibles para verse en línea.

La actriz ganadora del Emmy y aclamada por su actuación en “Mass”, Ann Dowd, será homenajeada con el Outstanding Work in Cinema Award – Acting. El periodista Arturo Aguilar tendrá una conversación con ella para visitar su trayectoria.

La nueva sección competitiva “La Baja Inspira” estará integrada por tres producciones que tomaron inspiración de los desiertos y mares de Baja California Sur. En alianza con el Climate Crisis Film Festival, se llevarán a cabo las discusiones Ingnite Sessions: 7 perspectivas para una industria cinematográfica y festivales más verdes. Y también se presentarán tres paneles con temática sobre el futuro del cine: “¿El futuro es en línea?”, “Sin fama ni amistades” y “Utopías”. 

El Fondo Fílmico Gabriel Figueroa continuará su labor de promover el talento de directores, productores y escritores de todo el continente a través de sus secciones Cine en Desarrollo, Work in Progress y Series en Desarrollo. En colaboración con TELEFILM Canada, el festival abrirá la sección Work in Progress First Nations, que busca ampliar la audiencia y potenciales mercados para cineastas de pueblos originarios.

La película de Darlene Naponse “Stellar” participará en el mercado de Los Cabos 10 y se proyectará ante invitados y delegados de Industria. De la misma manera, la asociación de escritores audiovisuales y cinematográficos de México, TINTA, presentada por Lucía Carreras y Carlos Cuarón, será lanzada en un evento virtual.

Esta edición también contará con una exposición presentada en alianza con Casa Ballena, que celebra el trabajo del artista plástico El Nacho, creador de la escultura La Ballena. Ésta fue entregada como premio oficial en el 2018. Y en colaboración especial con la plataforma de streaming Claro Video, se presentarán 12 cintas imperdibles que han sido proyectados en ediciones anteriores.

Cabe destacar que la gala en la ciudad de Mérida será co-presentada con Árbol Rojo. Se proyectará la cinta “Red Rocket” de Sean Baker el sábado 13 de noviembre. Muy pronto se anunciará cómo atender la función.

La lista completa de los filmes que conformarán la 10a edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos es la siguiente:

COMPETENCIA LOS CABOS (EN LÍNEA)

  • Le bruit des moteurs
    Dir. Philippe Grégoire | Canadá, 2021
  • Luchadoras
    Dir. Paola Calvo, Patrick Jasim | Alemania-México, 2021
  • Night Raiders
    Dir. Danis Goulet | Canadá-Nueva Zelanda, 2021
  • Nos hicieron noche
    Dir. Antonio Hernández | México, 2021
  • Strawberry Mansion
    Dir. Kentucker Audley, Albert Birney | Estados Unidos, 2021
  • Users
    Dir. Natalia Almada | México-Estados Unidos, 2021
  • Violet
    Dir. Justine Bateman | Estados Unidos, 2021

GREEN STRAND (EN LÍNEA)

  • Above Water
    Dir. Aïssa Maïga | Francia-Bélgica, 2020
  • Poupelle of Chimney Town
    Dir. Yusuke Hirota | Japón, 2020
  • River
    Dir. Jennifer Peedom, Joseph Nizeti | Australia, 2021

LA BAJA INSPIRA (EN SALAS DE LOS CABOS Y EN LÍNEA)

  • La recua
    Dir. Trudi Angell, Darío Higuera Meza | México-Estados Unidos, 2021
  • The Gigantes
    Dir. Beatriz Sanchis | México-Estados Unidos, 2020
  • Transition
    Dir. Alejandro Torres Kennedy | México, 2021

PANORAMA DIVERGENTE (EN LÍNEA)

  • Beyond the Infinite Two Minutes
    Dir. Junta Yamaguchi | Japón, 2021
  • El perro que no calla
    Dir. Ana Katz | Argentina, 2020
  • Murina
    Dir. Antoneta Alamat Kusijanovic | Brasil-Croacia-Estados Unidos-Eslovenia, 2021
  • The Pink Cloud
    Dir. Iuli Gerbase | Brasil, 2021
  • The Rescue
    Dir. Jimmy Chin, E. Chai Vasarhelyi | Estados Unidos-Reino Unido, 2021

PANTALLA DORADA (EN SALAS)

  • Belfast (Los Cabos y Ciudad de México)
    Dir. Kenneth Branagh | Dir. Reino Unido, 2021
  • Red Rocket (Los Cabos y Mérida)
    Dir. Sean Baker | Dir. Estados Unidos, 2021
  • The Eyes of Tammy Faye (Los Cabos y Ciudad de México) Dir. Michael Showalter | Dir. Estados Unidos, 2021

OUTSTANDING WORK IN CINEMA (ACTING): ANN DOWD

  • Mass (Los Cabos y Ciudad de México)
    Dir. Fran Kranz | Estados Unidos, 2021

OUTSTANDING WORK IN CINEMA (PRODUCTION): NICOLÁS CELIS

  • Drunken Birds (en línea)
    Dir. Ivan Grbovic | Canadá, 2021
  • Noche de fuego (en línea)
    Dir. Tatiana Huezo | México-Alemania-Brasil-Catar, 2021

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FICM 19: Volver, sentir, sonreír y compartir.

FICM 19:

Volver, sentir, sonreír y compartir.

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

Personalmente, le tengo un cariño especial al Festival Internacional de Cine de Morelia, ya que fue el primer festival de cine que visité en mi vida, hace más de 10 años. Me ofreció una experiencia tan enriquecedora en tantos niveles, que se volvió mi viaje anual que con constancia mantuve por 7 años seguidos, era ese espacio en donde no solo podía ver cine fascinante, sino que podía conocer y charlar con gente que admiraba, era el punto de reencuentro para ver amigos que venían de todo México, pero sobre todo, fue un espacio en donde me sentí pleno y supe a lo que me quería dedicar. 

Desde hace casi dos años la realidad que conocimos debió cambiar y con ella debimos adaptarnos a procesos diferentes, a nuevas maneras de relacionarnos desde la soledad, a nuevos procesos que nos permitieran hacer de nuestro limitado espacio de desarrollo un símil de lo que teníamos antes. Con el tiempo nos dimos cuenta que claramente aprendimos a adaptarnos con velocidad, sin embargo el deseo general se mantenía en una búsqueda para volver a salir a las calles con soltura, para volver a ver a nuestros seres queridos y abrazarnos con fuerza. Volver a vernos significaba superar las inclemencias, aun si tenía que ser con pruebas PCR, sana distancia y un cubrebocas de por medio. 

Después de dos años de extrañar Morelia y su folclore que se esconde en cada rincón de tan bella ciudad, por fin pude volver, con una sonrisa en el rostro y una ilusión cercana a la de un infante volví a la décimo novena edición del FICM. Mis expectativas eran altas, me aseguré de estar sano para considerar la seguridad de los demás, ya que tenía una gran convicción de que sería tal y como fue aquella primera vez a mis escasos 18 años. 

Volver a las salas de cine del Cinépolis del centro, visitar el Jardín de las Rosas para compartir con amigos una cerveza o un café entre funciones mientras intercambiábamos impresiones de lo que habíamos visto o de lo que entraríamos a ver después, correr de una función a otra con tal de no perderte tan esperado entreno, encontrarme cineastas caminando sin preocupación y con soltura entre sedes, conocer la nueva sede del Teatro Matamoros, ir de fiesta por las noches aunque el cansancio fuera imperante. Esos momentos me hicieron darme cuenta que estaba de vuelta en casa. 

En 6 días de festival pude ver 19 películas, entre largometrajes y cortometrajes, tanto nacionales como internacionales, pude entrevistar a grandiosas personalidades del cine nacional, pude bailar en fiestas que aunque reducidas de aforo estaban expandidas de emociones, pero sobre todo, durante esta edición pude ser testigo de todo el trabajo y la dedicación que Daniela Michel y todo su equipo imprimen en cada edición para que de esta manera, y aun con un caos general en el mundo, pudiéramos disfrutar una experiencia segura, grata y que servirá para preparar los primeros 20 años de este magno evento. 

Aunque mis palabras pueda parecer muy románticas, creo que quien haya estado en una edición del FICM sabrá a lo que me refiero y seguramente se podrá identificar con esa emoción. Y es que, esto no lo hago solamente como un “halago”, sino que me gusta pensar que somos nosotros los visitantes, los que debemos cuidar y procurar estos espacios en donde organizadores, cineastas, periodistas, patrocinadores y el público podemos convivir desde la pasión y nuestro amor al cine, y más en un momento en donde las autoridades ignoran e invisibilizan la importancia de la cultura dejándola en un segundo término. 

Que el cine nos siga reuniendo y larga vida al Festival Internacional de Cine de Morelia.

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Nudo Mixteco: El tejido social mexicano a través del ojo indígena

NUDO MIXTECO:

El tejido social mexicano a través del ojo indígena.

 – Por Árbol Rojo.

En México son cada vez más relevantes las discusiones sobre problemas sociales: feminicidios y violencia sexual, discriminación por identidad de género y orientación, racismo y clasismo… pero cierto aspecto carece de atención en estas discusiones. Si bien varias voces señalan ya la interseccionalidad en asuntos de discriminación, me atrevo a decir que la estructura tradicional mexicana apenas comienza a entender los conceptos base y se mantiene ignorante en las complejidades.

Nudo Mixteco cuenta historias de sexualidad, discriminación, abuso, feminismo, misoginia y autonomía desde la perspectiva indígena. La conversación sobre estos temas se ha centrado mayormente alrededor de la experiencia blanca, y este filme abre una muy necesitada discusión sobre la interseccionalidad de dichos problemas en las comunidades indígenas.

La directora Ángeles Cruz narra en su ópera prima el regreso de tres personas a su pueblo natal, San Mateo. María regresa al entierro de su madre, y se reencuentra con Piedad, un amor del pasado; Esteban arriba desde EUA después de 3 años y descubre que su esposa Chabela está ahora con otro hombre; y Toña regresa en rescate de su hija, víctima de abuso sexual. 

 

Muy a gusto mío, un filme que presenta distintos personajes e historias entrelazadas siempre tiene mi atención especial. Y es que esta decisión narrativa lleva los cuentos particulares a un nivel más alto en el que necesariamente se convierten en un análisis de la estructura social. La obra de Cruz pinta un mosaico poco común en los medios de las experiencias de mujeres indígenas: seres humanos tan complejos e imperfectos como cualquiera.

Ya mencioné las temáticas que definen el filme, pero cabe destacar que los factores que las unifica son la tradición y la costumbre. María como una mujer queer es rechazada por su padre hasta en el funeral de su propia madre; Esteban no entiende que ha fallado como esposo y arremete contra Chabela por su engaño; y Toña lucha contra su propia familia que se niega a reconocer el abuso sexual de su hija. Se trata de una ideología que consume en vida a esta comunidad— pero la directora no limita esto a la vida indígena.

Ángeles Cruz ya ha hablado del trato enajenante a la que se ha sometido la comunidad indígena de México, y por ello ha presentado los problemas de la cinta no cómo exclusivos de esta comunidad, sino como un reflejo de la fábrica social que envuelve a todo el país. Conductas racistas han querido dibujar una línea y dividir entre “ellos” y “nosotros”, pero como Cruz señala, la tradición opresiva es un asunto de toda la sociedad mexicana del que nadie escapa.

El pueblo de San Mateo representa el pináculo de las costumbres, y los protagonistas, a pesar de haberse ido, se ven obligados a regresar— como Esteban dice “Uno no regresa porque quiere”. Una cinta de este tipo, hecha por alguien ajeno a la comunidad mixteca, podría haber resultado en un estudio social incompetente y hasta problemático. Por ello el hecho de que Ángeles Cruz, una cineasta mujer indígena, haya celebrado sus orígenes y a la vez criticado la ideología conservadora, es muy importante. Ella misma ha hablado sobre lo difícil que es para cineastas indígenas conseguir apoyo para realizar sus proyectos, ya que siempre se les ha visto como objetos del cine y no cómo realizadores capaces. Ángeles ha reclamado las historias de su pueblo y ha eliminado la perspectiva etnocentrista que siempre las ha caracterizado.

No sólo eso, el acercamiento de Cruz a su temática es bastante único. En estas situaciones existen dos roles: el que se opone a las tradiciones —María con su sexualidad, Chabela con su engaño y Toña con su denuncia contra el abuso normalizado— y el que las defiende. Pero curiosamente la segunda historia es presentada desde la perspectiva del agresor, de Esteban, el típico marido abusivo que eventualmente es abandonado. Este hilo narrativo comienza con él y termina con él, lo que a primera vista rompe con la visión de Ángeles Cruz, pero en realidad se presta a un análisis más complejo.

“¿Es el victimario siquiera feliz?” es la pregunta que queda. La respuesta parece ser que no. La historia de Chabela y Esteban destaca porque, a diferencia de las otras dos, no es una de seguir adelante a pesar de las amenazas de la sociedad, sino que se trata de Esteban superando sus propias conductas dañinas, propiciadas por las costumbres del pueblo. Pareciera que Cruz afirma que todos, de alguna forma u otra, sufrimos las consecuencias del tejido social en el que vivimos.

Nudo Mixteco es una obra con una increíble carga simbólica y artística. El talento de Ángeles Cruz brilla, y lo emplea para poner en evidencia las conductas restrictivas que en su comunidad mixteca ha observado, pero que también afectan como plaga a todo el país mexicano. La experiencia de la mujer indígena es esencial al hablar de feminismo y la experiencia de la indígena queer es esencial al hablar de derechos LGBTTTIQ+. La ópera prima de Cruz habla de aquellos aspectos que no son tomados en cuenta durante las discusiones sobre los problemas sociales mexicanos, pero que son necesarios para construir una imagen más certera del panorama.

 

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