My heart can’t beat unless you tell it to

 – Por Arturo Aguilar 
@aguilararturo



En My Heart Can’t Beat Unless You Tell it To, Jonathan Cuartas nos lleva a una interesante visita al cine de vampiros para ofrecer un drama tan profundo como provocador sobre cuidados domésticos y responsabilidades familiares en clave de horror. El género que como sabemos mejor ha servido a los verdaderos autores cinematográficos, aquellos que buscan mucho más que el salto en el asiento o la sorpresa fugaz de una toma inesperada, un reflejo o un truco similar, para poder explorar otras ideas y temas de índole social que disfrazan o esconden en lo sobrenatural o fantástico. En el caso del “cine de vampiros” aprovechado para ir en búsqueda de otras reflexiones, en el imaginario cinéfilo contemporáneo surgen referencias como Let the right one in de Tomas Alfredson, A girl walks home at night de Ana Lily Amarpour o incluso Only lovers left alive de Jim Jarmusch.  

En este caso, el director colombiano-americano hace su debut cinematográfico con un filme que ha cautivado y atrapado atención y elogios en el circuito de festivales desde el año pasado gracias a una cinta pequeña y cautivante, con una buena dosis de ambigüedad sobre lo sobrenatural y varios momentos de auténtica tensión. 

Dwight y Jessie están encargados de los cuidados de su hermano menor Thomas, débil y enfermizo, y quien depende de sangre humana para sobrevivir. A Dwight le cuesta aceptar que detrás de sus acciones van dejando una buena cantidad de cadáveres mientras que Jessie se preocupa de hacer lo que sea necesario para mantener a Thomas en casa cuando observa que este comienza a distanciarse de la familia.

La cinta no trata de explicar o discutir el origen de Thomas como vampiro, una distracción que hábilmente el guion escrito por el propio Cuartas decide evitar y superar para concentrase en Jessie y Dwight, quienes hacen todo lo posible para crear una suerte de hogar feliz para su hermano chupasangre y para mantener en el mayor secreto o discreción lo que sucede al interior de su peculiar familia y hogar.  La película avanza a partir del conflicto que enfrenta Thomas al buscar o desear la conexión e interacción con y entre humanos, motivada o potenciada al escuchar a los niños de su vecindario jugar, mientras cumple u obedece las reglas de sus hermanos y descubre en sí mismo una naturaleza de efectivo cazador furtivo. También cuando descubrimos la factura emocional y anímica que Dwight paga al acumularse las muertes y asesinatos que debe cometer (y que desearía dejar de realizar ya que en el fondo anhela otra vida) para mantener con vida su hermano. Finalmente, a la ecuación se le suma una dinámica tóxica y controladora ejercida por la figura femenina de la cinta y cabeza de esta disfuncional familia, Jessie.  Se trata de una historia sobre el aislamiento social, la soledad y la enfermedad que funciona como un estudio de personajes centrado en un espacio de luto, deseos reprimidos, curiosidades, exigencias y prioridades personales. 

La visión de Cuartas es la de un drama sobre el final de la vida, cuando la vida se pone en pausa para priorizar el cuidado de un miembro de la familia. Cada encuadre compactado en el formato académico se siente como un voyeurismo mezclado con claustrofobia al ser testigos de dinámicas familiares íntimas y privadas, a veces a la distancia u observando desde una esquina. 

Al poner más énfasis en el drama familiar-doméstico disfuncional que en las emociones, el largometraje de Cuartas puede resultar poco cautivante o enganchador para los fanáticos del terror convencional, pero la convicción y certeza en las ideas de la película y sus sólidas actuaciones deberían ser razones suficientes para atraer a aquellos cinéfilos que aprecian propuestas novedosas y originales desde el cine de género. Con este austero pero efectivo debut en el largometraje, con destacadas actuaciones de todo el elenco, el escritor y director Jonathan Cuartas se ha convertido en un cineasta digno de seguir. Su enfoque sobrio, su encuadre formal (con el formato académico en la proporción de la pantalla) y la forma en que entrelaza elementos mitológicos en su historia de un drama familiar neorrealista logran hacer de esta cinta algo notable y único.

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