LE BRUITS DES MOTEURS:

Un rugido metálico desde el interior. 

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

“Nunca más vuelvas y todo aquí volverá a la normalidad de nuevo” 

En ocasiones el cine nos lleva a espacios que no se logran racionalizar con totalidad pero que inexplicablemente transmiten emociones de maneras difíciles de comprender. Esto en cierta manera se debe a la creatividad y la osadía de los y las cineastas que exploran con libertad a partir de los límites actuales de lo que conocemos como cine; en donde el atrevimiento nos puede hacer aterrizar en escenarios de sugerente rareza y cautivadores desconciertos como ejercicio lúdico.  

Le bruits des moteurs” (2021) es el primer largometraje del cineasta canadiense Phillipe Grégoire en el que se basa de sus experiencias personales cuando trabajó en aduanas mientras estudiaba la carrera de cinematografía, para formular la historia de Alexandre, quien deambula a través de un problema que decanta en una enajenación que le lleva a un hundimiento mental que no le permite distinguir entre lo real y lo imaginario, tomándole como pretexto para explorar la culpa, la herencia familiar y la elección profesional como base para retratar un perfil que se interpone contra sus principios.

Desde una desconcertante primera secuencia se nos advierte y presenta de manera literal, aquella metáfora que se enmarca en su título, con la cual nos conecta a los rugidos internos del motor de un auto que gira en círculos a toda velocidad. Una presentación que juega con la libertad creativa para experimentar y romper los cánones cinematográficos como distintivo de la propuesta del director en donde la osadía abre los caminos para articular una narrativa inconexa que más que contarnos algo, nos guía en una conquista de territorios poco explorados del lenguaje fílmico. 

Por medio de un tratamiento formal poco convencional se propulsa una premisa aparentemente simple y clara, pero que se ciñe a fórmulas que permiten un paseo constante entre el drama cotidiano y una pesadilla vívida, propia del cine de terror. En donde por medio de una sátira desconcertante se cuestiona la moral y los efectos de las denuncias sexuales hacia un comportamiento voraz en la actualidad. 

Puede parecer que este largometraje nos está contando una mera anécdota personal, sin embargo la visión aventurera que mantiene el director nos hace dudar de cada elemento, en donde se afianza un aura fantástica en donde no es fácil distinguir quién tiene la razón o a dónde va la trama, pero que sin duda nos recuerda la delicadeza y pulcritud del cine de su connacional, Denis Côté con la que nos adentra en conflictos cotidianos que se abren a planos filosóficos sin la necesidad de hacer una película “consensual” que la gente ame, ya que como ha mencionado: “Una película es exitosa solo si algunas personas se salen de la proyección”. 

Estas propuestas contemporáneas que además de ser óperas primas son escenarios de experimentación me parecen brillantes y necesarias para un entendido del cine, en donde no todo debe seguir parámetros preestablecidos o fórmulas que aseguran su éxito comercial. Enseñándonos que el cine es un arte viva en constante evolución, que por suerte, aun no ha muerto, y que nos invita a repensarle para mantenerle vivo, siendo la prueba fehaciente de que tanto como creadores como espectadores, aun no hemos agotado las aplicaciones de un lenguaje que exige cada vez más emotividad y menos racionalidad. 

Después de su estreno mundial en la más reciente edición del Festival de San Sebastián, “Le bruits des moteurs” continua su camino como parte de la Competencia Oficial de la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y la podrás disfrutar de manera virtual desde su plataforma gratuita habilitada para todo territorio mexicano.

Comparte nuestra nota a través de:

Síguenos en nuestras redes