Drive my car :

Conducir hacia el perdón.

 – Por Mauricio Orozco
@Eralvy

En el transcurso de una vida somos testigos del paso del tiempo, del deterioro de las cosas, y de las despedidas de las personas. Algunas despedidas se incrustan y se inflaman en el pecho, generando dolencias de la memoria, desatendidas o incluso ignoradas. En el cine comúnmente nos encontramos representaciones del duelo, que tratan de materializar aquello difícil de explicar con las palabras, sin embargo, han sido pocos los que se han acercado a la representación del desasosiego frente al duelo y la ternura del perdón con sagaz sensibilidad y creatividad.

La obra de Ryusuke Hamaguchi normalmente se centra en las relaciones interpersonales, en la manera en que nos relacionamos con otrxs, generando narraciones que se rigen por la realidad cotidiana, pero que a su vez abren un limbo a la ensoñación, permitiéndonos mirar en su interior y acceder a sus emociones y sentimientos.

Drive My Car es el noveno largometraje de ficción del cineasta japonés, en donde nos narra la historia de Yūsuke Kafuku (Hidetoshi Nishijima), un director de teatro quien, después de dos años de la repentina muerte de Oto (Reika Kirishima) su esposa, es invitado por una compañía de teatro en Hiroshima para hacer una residencia en donde deberá montará la producción: Uncle Vanya de Antón Chéjov. Como parte de su colaboración le asignan como chofer a Misaki (Tōko Miura), quien se encargará de asegurarle un traslado seguro y confiable. Kafuku y Misaki aprovecharán sus trayectos en auto para conectar poco a poco sus emociones y perdonar sus respectivos pasados. 

La base del guion de la película es el relato corto homónimo perteneciente a “Hombres sin Mujeres” (2014) del escritor Haruki Murakami. En donde se conjuntan siete relatos que rondan en torno al aislamiento, la soledad y el duelo, a partir de la perdida de una pareja sentimental, mostrando el pasado bajo un aura tormentosa que deja un rastro imborrable en sus parejas. Sin embargo Hamaguchi y Takamasa Oe (co escritor del guion) no solamente toman como base la idea de la perdida, sino que desarrollan un terreno fértil en donde se conectan una serie de personajes heridos, rotos, solitarios y necesitados que no han tenido la oportunidad de sanar para soltar el dolor que les aqueja.    

Es importante mencionar lo anterior para entender las múltiples capas intertextuales con que se entreteje una narración que se apoya de elementos tanto de Murakami como de Chéjov, para resignificarles y otorgarnos una propuesta que usa el lenguaje del cine, del teatro y de lo cotidiano, para representar una historia de sanación individual y colectiva a partir de figuras simbólicas y significantes universales.

Después de la muerte de Oto, Kafuku solamente tiene las cintas de su voz que recitan imparablemente la obra de Chéjov, la cual repite una y otra vez, como si se aferrara a aquellas palabras que se centran en el deterioro de la vida a partir de los sentimientos de hastío y tedio, como si conectara con esa visión dolida con la que todos nuestros personajes se van conectando e incluso complementando.    

Tratando de evadir la melancolía, el director explora las oportunidades que se van dando en los rituales habituales para tratar de conectar con otrxs desde la empatía, buscando darle sentido a aquello que aparentemente no lo tiene y que surge del dolor arraigado en la memoria y el corazón. El simple hecho de conducir nos sugiere una representación de la soledad, la necesidad, la compañía, el recuerdo y en momentos hasta aquel vehículo literal y figurativo del trayecto entre el dolor y el perdón. 

Planos largos del Saab 900 Turbo rojo conducido magistralmente por Misaki contrastan el paisaje frío de Hiroshima y los sentimientos distantes de Kafuku. Los monólogos grabados, o de los ensayos del montaje se van posicionando como una voz narradora que conecta lo visual con lo simbólico abriendo una pertinencia en los temas que se desarrollan.

La cinta de Hamaguchi es una invitación a escuchar los sentimientos, a otorgarles la importancia necesaria para entendernos y entender a los otrxs sin juzgar sino aprendiendo a vivir, incluso desde el dolor. Por medio de una alegoría, sugiere el auto como un punto de encuentro y conexión, no solo entre personajes, sino entre el tiempo y los sentimientos. Un espacio de convivencia en donde convergen los deseos del corazón y confluyen con el perdón; conduciendo el camino desde la eterna negación por el proceso abnegado, hasta la liberación. Ya que como menciona Sonia en Uncle Vanya; “Nos regocijaremos, y con tiernas sonrisas en nuestros rostros, recordaremos nuestro dolor actual. Y luego, por fin, descansaremos. Yo lo creo. Lo creo firmemente desde el fondo de mi corazón. Cuando llegue ese momento, descansaremos”.

La película se estrenó en México en el marco de la décimo segunda edición de FICUNAM, llegó a selectas salas de cine el 17 de marzo y estará disponible en Mubi a partir del 1º de abril del 2022.

Comparte nuestra nota a través de:

Síguenos en nuestras redes