CORSAGE

 – Por Samuel Sánchez

El retrato ficticio de una época donde la mujer debe ser vista y considerada únicamente como una acompañante o un ícono de la moda contemporánea, sin embargo, al pasar los años de juventud, deja de existir un peso relativo en la sociedad de esta figura histórica y se le presenta una crisis de mediana edad donde ella ya no puede encontrar felicidad.

Corsage (2020) nos muestra como fueron los últimos años de la emperatriz de Austria, Isabela de Austria (Vicky Krieps), iniciando con la celebración de su cumpleaños cuarenta, la primera dama de Austria que fue esposa del emperador Francisco José I (Florian Teichtmeister) empieza a identificar con más detalle su cruda realidad; no tener derecho a expresarse, comprender que su marido puede estar con otras mujeres y ella aceptarlo sin poder debatir al respecto, mantenerse bella y joven para siempre tener un estatus alto como emperatriz, llevar un riguroso régimen de alimentación, ejercicios detallados para mantener su figura esbelta, peluquería incómoda para seguir los estándares de belleza y el uso de un corset para definir su cintura la cual puede estar lastimando su cuerpo, con el único propósito de satisfacer las expectativas de un monarca y un pueblo que ya no ama.

El largometraje ganador a la mejor interpretación por parte de Vicky Krieps en el Festival de Cannes y ganador de la mejor película en el Festival BFI London Film Festival, busca reflejar de una manera asfixiante como por dichas normas establecidas a finales del siglo XIX una mujer con un título dominante para la nación, en realidad es prisionera de su vida y desea con voracidad saber más del mundo, poder disfrutar sin escrúpulos y ser apreciada por aquella persona que no la considera necesaria en su vida. 

La narrativa inicia con la aparición de Isabela y Francisco ante sociedad, con monarcas de Austria para llevar acabo un encuentro diplomático: Isabela con el deseo de no ser parte de esta conversación opta por desmallarse para que la excusen y pueda retirarse de dicha plática. Notamos que es una actuación bien planteada cuando Isabela le muestra a su amante Bay Middleton (Colin Morgan) cuales son los pasos que debe de tomar para que sea verídico este acto de desmayo. Nos remarcan como Isabela poseía de una gran belleza física, una personalidad rebelde, culta y muy avanzada para el tiempo en el que se encontraba. 

A partir de este momento empezamos a notar como Isabela tiene una rutina ya preestablecida con el propósito de verse bien ante el emperador, quien ya está cansado de su compañía. A Isabela le queda claro que su marido ya no es de su agrado, únicamente continua juntos por las normas que establece su cargo jerárquico. De igual manera es notorio que Isabela desea expresar más su opinión de cómo vivir su vida, no obstante, todos tienen claro que ella no puede manifestarse de dicha manera y para una solución certera buscan controlarla, para Isabel el ejemplo más claro de como todo el mundo desea controlarla radica en su hijo el príncipe Rodolfo, quien siempre le reitera que debía ser firme, pero debía acatar las órdenes de su padre para que no tuviera conflicto ante la sociedad. Su única escapatoria de estas riendas era la equitación la cual practica a menudo, viajar para estar lejos de su marido y participar en cacerías. 

La película construye un espacio de sofocamiento donde comprendemos lo difícil que es la vida de este personaje histórico, iniciando con el fallecimiento de su progenitora Sofía Federica quien a sus dos años contrajo tifus y no pudo superarlo. No necesariamente enfatizan mucho esta situación, pero si demuestran como Isabela continúa lamentando su fallecimiento y Felipe es claro que ya deje en paz a su fallecida hija. 

Algo que se llega aplaudir demasiado, es el desenlace de la trama; históricamente se nos revela que en 1898, mientras paseaba por el Lago Lemán de Ginebra  con una de sus damas de compañía, la condesa fue atacada por un anarquista italiano, Luigi Lucheni   quien fingió tropezar sobre ella y utilizar ese momento de duda a favor para deslizar un fino estilete en el corazón de la emperatriz y concluir con su vida. Por otro lado, la directora austriaca Marie Kreutzer busca brindarle otro final más crudo a su personaje, gracias al desarrollo de la historia notamos que la emperatriz tiene claro que su vida no está en control de ella, por esa misma razón sube a la embarcación y ella opta por aventarse por la proa del barco en movimiento, para acabar con su tortura y ella misma tener la única decisión que puede tener en toda su vida “definir su muerte”. 

Un lado misericordioso de la directora donde conoce su trágico destino y desea darle la oportunidad en la ficción de tener aquel final que ella misma hubiera deseado. Es ahí que radica la decisión de hacer una película biográfica de cualquier personaje histórico, pero dependiendo del argumento que guía el curso de la película, pueden existir alteraciones que benefician la tesis de la historia. 

El largometraje cuenta un ritmo paulatino en todo su arco narrativo, la cinematografía nos busca hacer contemplarla cuadro por cuadro y la edición comprende dicho lenguaje y lo ejecuta de manera precisa para darnos espacios de tiempo más detallados, cada escena contiene una actuación impecable por parte de Vicky Krieps que sostiene toda la trama, apoyada por la dirección de arte de Karoline Maes donde nos sitúa por completo en la época histórica donde vivió la emperatriz de Austria. Una forma única para conocer a una mujer imperativa en la historia y de la misma manera asimilar los desafíos que tener a lo largo de su vida. 

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