EL PRÓFUGO

 – Por Samuel Sánchez.

Se dice que las pesadillas son una manifestación de nuestro subconsciente, una representación de nuestras inquietudes más profundas. ¿Pero qué ocurre cuando las pesadillas se convierten en realidad? El Prófugo (2022) es el largometraje argentino seleccionado para representar a Argentina en la categoría de Mejor Película Extranjera en los premios Oscar de 2022. La historia busca cuestionar al público de conocer si se encuentra viendo el mundo terrenal del personaje o todo las acciones plasmadas a cuadro, son un espacio onírico.   

La narrativa comienza con Inés (Erica Rivas) una actriz de doblaje y cantante de ópera que está a punto de viajar con su pareja Leopoldo (Daniel Hendler) a lo que promete ser unas gratificantes y relajantes vacaciones. En el transcurso del viaje Inés se percata que su pareja no es lo que ella creía, sus vacaciones se tornan en un constante estrés que no puede tolerar más. Llega la noche y en sueños Inés busca comunicarse con alguien, Leopoldo despierta a Inés y le exige que le diga con quién hablaba en su sueños; Inés solo le puede responder que tiene un sueño recurrente donde alguien quiere contactarse con ella, sin embargo, no puede distinguir con claridad quién es esa persona, pero de manera esporádica ocurre un evento traumático que cambia el rumbo de la pareja y es así que Inés comienza a plantearse la hipotética de creer que alguien la está acechando.

Pasa el tiempo e Inés vuelve a su realidad, continúa prestando su voz para el doblaje de películas japonesas al español y canta en el coro, pero paulatinamente su garganta comienza a irritarse y no le permite proyectar la voz como ella siempre lo ha hecho. 

Inés comienza a vivir acontecimientos paranormales, la duda se plasma en su interior y siente que no logra comprender cuál es la realidad y donde inicia lo imaginario. No obstante debe permanecer alerta en todo momento debido a la sensación de correr peligro de algo que no logra ver. Es así que en el estudio de grabación, Inés gracias a una mujer mayor a ella,  entiende el término de “Prófugos” y reconoce que su vida corre peligro al saber que hay seres que provienen de sus sueños y tienen como propósito consumirla.

Un concepto creado en el ámbito sobrenatural que es llevado por el suspenso, el planteamiento que todo “prófugo” puede ser liberado por medio de la voz y este apoderarse de la mente del portador.

La película genera un ambiente de incertidumbre donde llegamos a considerar que el personaje principal no tiene escapatoria y será consumido en un trágico destino. Al ir avanzando la trama comenzamos a dudar si todo lo que ocurre en realidad es un hecho tangible o es una alucinación que busca desorientar al personaje, la constante duda si enfrenta a espíritus o monstruos. Los acontecimientos arrojan la incógnita si las personas que rodean a Inés pueden ser o no Prófugos, es ahí cuando el salto de encuadres figura como un método efectivo para propiciar la idea que todo lo que ve Inés es una alucinación creada por estas criaturas que quieren salir de su cuerpo. La tensión aumenta con cada decisión que toma Inés, un frenesí de emociones controla la atmósfera para concluir con la incertidumbre de no saber si Inés logrará salvar su vida.

La directora Natalia Meta logra sembrar paulatinamente dudas a lo largo del arco narrativo, donde se cuestiona si todo lo que acontece en la trama es verídico o nos encontramos ante una persona que ha sido manipulada por entes que buscan ser liberados de una prisión paranormal a través de su voz. Desde su inicio la directora crea una atmósfera de suspenso psicológico en donde todo momento nos arroja pistas de lo que puede llegar a ocurrirle al personaje, sin embargo, al momento de conocer la verdad, nos encontramos ante una incertidumbre de cómo Inés logrará escapar a dicha manifestación de lo paranormal que está dentro de su cuerpo. 

Siendo una adaptación de la novela de C.E. Feiling, el punto de vista que maneja es el terror al identificar cómo una fuerza invisible tiene posibilidades de atormentar al portador, controlar su mente y evocar la desesperación por acabar con su tortura, permitiendo ser poseída.  

El largometraje a pesar de contar con ciertos momentos lentos en el guion, cumple con la sutil finalidad de dejar al público adivinando entre la idea si el personaje sufre un trastorno mental o en realidad fue controlada por un ente sobrenatural. Una impecable actuación por parte de Erica Rivas acompañada de un diseño de sonido perfectamente trabajado que sumerge en su totalidad a esta atmósfera de terror y horror. El prófugo es un claro ejemplo de cómo Argentina tiene la capacidad de contar historias de suspenso sin la necesidad de utilizar un gran presupuesto, ni música que provoque una sensación de pánico antes de presentar al monstruo.

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