LA ELEGANCIA EN LA BASURA

 – Por Güero
@omniguero

 

John Waters es uno de los íconos LGBT más grandes en el cine. Mejor conocido por haber creado Hairspray (1988), cinta que se cimenta en la cultura popular gracias a su adaptación a un musical de Broadway, y años después su re-adaptación al cine musical en 2007. Aunque sus aportaciones fílmicas no son todo por lo que John es conocido y reconocido internacionalmente. John Waters es un personaje extravagante y ecléctico, con un porte y una personalidad que ha llevado públicamente de forma intacta durante más de cuatro décadas. 

Su estilo y persona pública es una declaración tanto como sus películas. Una parodia crítica del tabú y la imagen de la comunidad gay en los 70’s y una protesta de la ridiculización y exageración de la misma. John Waters apropia las connotaciones negativas impuestas por la sociedad y las recontextualiza de una forma que causa reflexión sobre las mismas ideologías y las deconstruye para mostrar su ridiculez y falta de fundamento real. No hay mejor ejemplo de esto que en su “trilogía de basura”. 

Para hablar de estas películas primero tenemos que hablar de la fuerza de la naturaleza que fue Divine. “La mujer más hermosa del mundo” y una de las personalidades drag más influyentes de la historia. Divine es tal vez la colaboradora más importante de la carrera de John Waters. Aunque nunca llegó a tener el nivel de éxito en el “mainstream”, Divine es una de las influencias que abrió muchas puertas para que personalidades como RuPaul o Conchita Wurst pudieran llegar al nivel de éxito que han logrado en los últimos años.

El concepto del “camp” también es importante para llegar a entender el trabajo de Divine, John Waters, y muchos de los y las propuestas artísticas de la comunidad LGBT. El “camp” obtiene su primera definición en el diccionario de Oxford en 1909: “ostentoso, exagerado, afectado, teatral; afeminado u homosexual; perteneciente a, característico de los homosexuales”. Aunque el primer uso cultural del concepto florece a partir de la imagen del escritor Oscar Wilde y su estilo flamboyante para la época. Pero no es hasta los 60’s que se cimenta el concepto bajo el ensayo de Susan Sontag “Notes on “Camp”” donde redefine y solidifica el término como una estética de exceso irónico implementado de forma mayoritaria por la comunidad gay. Nadie en la carrera de John Waters comprende mejor el concepto que Divine, por ende, sus colaboraciones trascienden de forma que otras partes de su filmografía no. Ahora si, llegamos a la “trilogía de basura”.

Esta trilogía está conformada por “Pink Flamingos” (1972), “Female Trouble” (1974) y “Desperate Living” (1977), la tercera siendo la única en la que no participa Divine. En este texto no ahondamos en las tramas y en las películas de forma individual, si no en la corriente conceptual sólida detrás de ellas. Tomando en cuenta el “camp”. John Waters crea tres experiencias extremas en estética, contenido y mal gusto. Aquí es donde entra el título y rolan los créditos. 

Estas películas llevan situaciones y personajes completamente fársicos a los extremos más extremos. Son ridículas, inverosímiles, violentas, exageradas, y en total, de muy mal gusto. “Camp” absoluto. Lo que separa la obra de John Waters de otros maestros del mal gusto como llegaron a ser Sam Raimi o Peter Jackson al principio de su carrera, es su concepción y uso del concepto. John Waters plasma el tabú y la visión retrógrada de la sociedad del momento con una lealtad brutal. No es que se le ocurran mil porquerías de la nada, simplemente toma lo que los demás piensan y dicen y lo pone en un espejo fílmico para ver si las ideas se sostienen. Se apropia de todo lo negativo, lo pone de cabeza, lo recontextualiza y encara a la oposición con su propia ideología errada. Es una actitud de protesta brutal que aplica algo como “al cliente lo que pida”. 

Divine nos muestra esto mejor que nadie. Sus personajes son horribles, espantosos, lo peor de lo peor. Pero es solo un reflejo de cómo es percibida en la sociedad. Si creen que alguien es un subhumano asqueroso solo por vestirse como mujer y maquillarse, entonces les damos un subhumano asqueroso que se viste como mujer y se maquilla para mostrar cómo realmente se ve, teniendo un punto de comparación con la realidad. Al final sus películas nos dan la clara conclusión que lo que vemos ahí, el retrato que pinta el racismo, la homofobia y xenofobia extrema, es muy diferente y totalmente separado de la realidad. 

John Waters nos da caricaturas grotescas para desmentir las ideas que encapsulan la represión y opresión de la comunidad LGBT, siendo al mismo tiempo una celebración y una fiesta absoluta de la misma. Empodera a la gente enfrente y detrás de cámara, al igual que al espectador. Todos somos partícipes de la locura. He ahí la elegancia en la basura. 

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